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La experiencia judía de la Ilustración. Segunda parte

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Egón Friedler

La Haskalá tuvo una influencia decisiva en la adopción por parte de los judíos de la vestimenta, el lenguaje y las costumbres de la sociedad europea. Hacía hincapié en la lealtad al moderno estado centralizado y tenía la aspiración de convertir a los judíos en personas productivas. Los judíos debían ser ciudadanos y dejar de esperar al Mesías. Al mismo tiempo, el judaísmo debía convertirse en algo respetable para los gustos europeos. El principal desafío para la Haskalá fue adaptar la vieja herencia judía a los nuevos tiempos. Y por supuesto, hubo numerosas propuestas. Vale la pena reseñar algunas de ellas.

Moisés Mendelssohn (1729-1786) de Dessau, es considerado el padre de la Haskalá. Filósofo sumamente dotado que ganó un primer premio en un concurso en el cual también participó el famoso Emmanuel Kant, trató de reconciliar al judaísmo con la filosofía racionalista. Para él no había nada en la fe judía que se opusiera a la razón: no era una religión revelada sino una legislación revelada. En su enfoque, el judaísmo se transformó en un amable asunto privado perfectamente compatible con la cultura europea. Él tradujo el Pentateuco al alemán con una interpretación (Biur en hebreo) y aunque escribió muchos artículos en hebreo, sus principales obras filosóficas fueron escritas en alemán. Fue muy influyente en su tiempo y en su famosa polémica con el pastor suizo Lavater, defendió con gran dignidad su determinación de no convertirse al cristianismo y seguir siendo judío. Pero si analizamos su carrera tenemos que admitir que el hombre era más admirado que sus ideas. Él no tuvo verdaderos alumnos entre otras razones por el hecho de que estableció una rígida división: su judaísmo era estricto y no admitía cambios mientras que su actitud hacia la Modernidad era liberal y abierta. Como muchos lo percibieron muy pronto era imposible separar al hombre del judío en la era de la Razón. Si bien trató de convertir el judaísmo en algo apetecible para los judíos de mentalidad moderna, él no tuvo mucho éxito. Sus seis hijos se convirtieron y se unieron a la iglesia Católica.

Si Moisés Mendelssohn fue el principal pensador de la Haskalá, Jehuda Leib Gordon (1831-1892) fue el poeta más destacado. Elogiado por Bialik como uno de los mayores creadores en idioma hebreo de todos los tiempos, también era un ingenioso y valiente periodista que luchó denodadamente contra el atraso en la vida judía. Él postuló la necesidad de una reforma social y religiosa, y denunció con la mayor energía las posiciones congeladas de los rabinos y de los líderes conservadores. Pero hoy en día, Gordon no es conocido ni por su lucha por una vida judía más liberal ni por su obra literaria. Es conocido sobre todo por su célebre lema “Sé un judío en tu casa y hombre fuera de ella”, que para nuestra sensibilidad moderna tiene un inadmisible toque de auto-odio o al menos de un sentimiento de inferioridad. Sin embargo, Gordon estaba muy lejos de preconizar posiciones de auto-odio. Era un verdadero liberal que reclamaba una educación general universal, una reforma de las costumbres religiosas y una dedicación de los judíos a tareas productivas. Hacia el final de su vida, en la década del ochenta del siglo XIX, cuando se desilusionó de los fracasos del liberalismo ruso, vio una salida para el judaísmo europeo en el entonces novísimo nacionalismo judío. En 1882 elogió el panfleto Autoemancipación, de Pinsker, y propuso la creación de una organización que agrupe a todos aquellos que se proponían radicarse en Palestina.

Otra personalidad dirigente de la Haskalá fue Leopold Zunz (1794-1886) quien fue uno de los fundadores y el más dedicado exponente de la Ciencia del Judaísmo (Die Wissenschaft des Judentums). Nacido en Detmold, Alemania, dedicó su larga vida a obtener respetabilidad para los estudios judíos y a aplicar a la sociedad no judía un enfoque crítico y erudito hacia la tradición religiosa judía que podría transformarse en una ciencia. Él veía en la ciencia judía una barrera contra la asimilación y la conversión al cristianismo. Al igual que Moisés Mendelssohn, él distinguía entre su enfoque filosófico y moderno hacia el judaísmo, de su actitud hacia las costumbres religiosas tradicionales. En 1843, en un artículo titulado Tefilín (Filacterias) él hablo de la fuerza inspiradora y edificante de los rituales judíos y subrayó que sin ellos el judaísmo sería un concepto abstracto. Esta mezcla de una visión conservadora de la tradición con un enfoque moderno, académico, del conocimiento judío, no convenció a los no judíos y tampoco despertó mucho entusiasmo entre los judíos. De manera muy típica, este gran erudito que realizó estudios amplios y profundos acerca de la literatura religiosa judía y dejó muchos e importantes libros, no tuvo discípulos.

Si Zunz quería incorporar los valores de la tradición literaria judía religiosa a la cultura europea, Heinrich Graetz (1817-1891) aspiraba a convertir el estudio de la Historia Judía en parte orgánica de la cultura general europea. Fue el primero que hizo un estudio de gran alcance de la historia de los judíos como un pueblo que vivió desde un punto de vista judío. Él describió de manera viva la lucha de los judíos por su supervivencia, su singularidad y sus constantes confrontaciones con el odio y la persecución. Él vio en los valores éticos del judaísmo su mayor contribución a la civilización definiéndolo como el único verdadero portaestandarte del monoteísmo auténtico y de la racionalidad religiosa. Graetz, como otros líderes intelectuales de la Haskalá, era un judío orgulloso y replicó con dignidad a los ataques del historiador nacionalista alemán y antisemita Treitschke, que lo acusó de ser un ‘oriental’ de habla alemana, un extraño a la cultura alemana-europea y un enemigo de la cristiandad. De hecho, Graetz se ganó un lugar único en la Historia como el primer historiador judío serio en los tiempos modernos. Pero cuando estudiamos su influencia sobre su tiempo, tenemos que reconocer que era muy limitada. Él no convenció a los antisemitas que dejaran de odiar a los judíos ni pudo hacer retornar a los asimilacionistas a sus raíces judías.

Estas cuatro personalidades ampliaron de manera sustancial el alcance de la cultura judía y pusieron lo mejor de sí para convertirla en parte orgánica de la cultura europea. Por supuesto, no elegimos sus nombres al azar: ellos de alguna manera representan la diversidad y la riqueza intelectual de la Haskalá. Pero para ser justos deberíamos citar muchos otros nombres importantes, de Naftali Herz Wessely a Nachman Krochmal, de Salomón Maimón a Abraham Geiger y de Isaac Baer Levinson a Peretz Smolenskin. Todos ellos desempeñaron un importante rol en un movimiento que acercó a los judíos a la corriente principal de la civilización europea.

Continuará…

La experiencia judía de la Ilustración. Primera parte