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Literatura paisanista por mujeres judeomexicanas

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Dalia Perkulis

Estas mujeres tienen en común que recientemente cristalizaron en obras literarias su herencia como descendientes de judíos migrantes a México. Con diferentes porcentajes de ficción y realidad como resultado de diferentes países de origen, a todas las autoras las movió la inquietud de capturar la riqueza de experiencias y peripecias de sus familias marcadas por la fusión de culturas y latitudes. Y todas son fascinantes.

Jeanette Broitman: De Polonia a México: 17 años de camino hacia la libertad

“Es una novela basada en hechos reales de la vida de mis abuelos: Moisés y Bronia Albert. Su experiencia en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, sus vivencias durante los primeros días de un Estado Israelí apenas floreciente, hasta su llegada a México en la década de los cincuenta.
Esta es una breve lectura que enmarca dos grandes vidas llenas de valentía, sacrificios y milagros, que dieron lugar a tres generaciones más de vida.
Las historias aquí contadas son tan extraordinarias que podrían parecer invenciones; sin embargo, en ocasiones la ficción es superada por la vida misma”.

Victoria Dana: A donde tú vayas, iré.

Una novela que ilustra la vida de la comunidad judía en Damasco, Siria, a principios del siglo XX (inicia en 1912), mediante la historia ficticia de Latife, una niña rechazada por su madre acomplejada por no tener hijos varones. Tras la muerte de su madre y el abandono de su padre, Latife es acogida por un rico benefactor y cuando al fin ha encontrado algo de estabilidad tiene que abandonar Siria por la guerra, producto del desmoronamiento del Imperio Otomano, y aventurarse a hacer un largo viaje a México para continuar su vida en este país desconocido, junto con muchos otros sirios en la misma situación.

Sophie Goldberg: Lunas de Estambul

Ventura, una joven turca, tiene que viajar a México para casarse con Lázaro, porque su familia lo ha dispuesto así. Con mucha incertidumbre y pocas pertenencias se embarca rumbo a un país completamente desconocido, lejos de su tierra natal. La novela abarca su llegada, su primer matrimonio, el segundo, su viudez, sus nietos y su regreso a Turquía. Todo entre proverbios, costumbres, recetas turcas y sefaradíes que trajo consigo del lejano Oriente, y teñido siempre por la melancolía de las inolvidables lunas de Estambul.

Nancy Sassón Ancona: Kan Yama Kan, Érase una vez

“Es una novela inspirada en la ruta geográfica que tomó mi padre desde muy joven para hacerse de un buen porvenir. Al principio, sé, por lo que a veces platicaba con mi madre, que estuvo en Trípoli y en otros lugares del Medio Oriente. Más tarde decidió viajar a la Argentina en busca de mejores oportunidades. Ahí, en dos años, pudo hacerse de una pequeña fortuna, pero su ilusión era regresar a Alepo, su tierra, para casarse con una joven judía. Mi mamá, que en ese entonces no tendría más de catorce años fue la elegida. Tuvieron dos hijos, pero sucedió que mi papá perdió su capital. Decidieron entonces venir a México junto con sus dos pequeños: una niña de dos años y un varoncito de uno. Llegaron aquí en 1925. Yo nací 15 años después en el Distrito Federal.
Esta novela la escribí para honrar a mis padres, a mis hermanos y a todas esas personas que deciden dejar atrás sus raíces para adentrarse en nuevas aventuras en busca de una vida mejor. Kan Yama Kan no es una biografía, aunque se pueden encontrar ciertos destellos de realidad…”

Autoras judeomexicanas pioneras del género (o Literatura paisanista)

En esta tradición de literatura escrita por mujeres judías descendientes de migrantes a México, hay clásicos en estas pioneras y reconocidas escritoras:

Margo Glantz: Las genealogías

“Mis padres nacieron en una Ucrania judía, muy diferente a la de ahora y mucho más diferente aún del México en que nací, este México, Distrito Federal donde tuve la suerte de ver la vida entre los gritos de los marchantes de La Merced, esos marchantes que mi madre miraba asombrada, vestida totalmente de blanco”. Fragmento del prólogo.

Myriam Moscona: Tela de sevoya

Libro, en palabras de la autora, escrito en castellano y judeoespañol (español con ladino).
Esta novela narra el viaje de una mujer mexicana a Bulgaria en busca de la casa de sus padres, de su historia y del ladino, la lengua familiar que los judíos sefardíes se llevaron consigo de la España medieval. Todo esto lo tiene en común la autora con la protagonista.
Habla de la llegada de los migrantes judíos a sus nuevos países, mediante anécdotas, testimonios y también diálogos con una abuela malencarada y hablante del ladino. Da cuenta de momentos históricos que, entre otros, remiten a la expulsión de los judíos de España en el siglo XV.

Sabina Berman: La bobe

Este relato en donde la autora honra a su entrañable abuela, narra vivencias y aprendizajes obtenidos de su relación con ella, devela también la idiosincrasia de la abuela migrante de Europa del Este, su dolor, su ejemplo e influencia para la autora que a la vez le escribe una oda, y también proyecta las sutilezas de una familia que emerge de la fusión de dos culturas.

Natalia Gurvich Okón: En idish suena mejor

Este libro es más bien un glosario de palabras, expresiones, dichos, incluso maldiciones en Yidish que los judíos ashkenazitas heredamos de nuestros antepasados provenientes de Europa del Este. Es una compilación exhaustiva y delata rasgos culturales implacables.
“Mi empeño se deriva de la idea de que estos migrantes de la comunidad judeomexicana son creadores de una forma específica de hablar y ser, enmarcada por una herencia milenaria transmitida por sus padres”, sostiene la autora.

Una cultura que se transmite en la lengua materna de los migrantes, y se instala en la mentalidad de sus descendientes ya nacidos en México.