HUMANIDAD

Título: HUMANIDAD
Categoría: Abierta
Pseudónimo: Artemisa

Es el año 3024, únicamente se ve a lo lejos un horizonte árido, con construcciones de acero. Un mundo de fierro, frío, metálico.  Los hombres caminan lentamente, se cruzan sin mirarse unos a otros.  Han perdido la memoria, son seres carentes de historia. Tampoco pueden hacer vínculos, se miran con indiferencia.  Han perdido su humanidad.

Funcionan como robots, sin pensar en lo que hacen, ni por qué lo hacen, y no se preguntan hacia donde van. Han perdido el sentido de la vida, sólo por inercia actúan. Su misión diaria es fabricar hierro y acero para seguir creciendo su mundo de metal, y hacer las pequeñas pastillas que en el siglo pasado sirvieran a los antiguos astronautas de alimento, y que son para ello

s la única fuente de subsistencia.

Viven el minuto a minuto y el hoy por hoy, y no piensan en el ayer, ni se adentran en el mañana, ya qué no hay lugar para el deseo ni la fantasía. Son hombres sin historia, y sin relatos, no puede crearse una civilización.

En ese mundo robótico, que se extiende por lo que otrora fuera el norte de América, Europa y Asia, lo único que permanece del ayer es una enorme rueda de la fortuna. El que sube a esa rueda, recupera sus memorias, se vuelve más humano. Cada vuelta que da puede representar un ciclo, ya sea de la historia universal, de las vivencias de su cultura o una fase de la vida personal. No cualquiera puede subir, sólo aquellos que muestran un rasgo de humanitarismo y que pueden rescatar algo de su historia, llegan a acceder a esa inmensa rueda. Algo enigmático ocurre cuando esto sucede. Es como si penetraran a una dimensión completamente diferente del existir y de repente, sin darse cuenta, se encuentran ya sentados en esa rueda que da vueltas y que recupera el saber infinito, toda la historia olvidada.

Hay pocos hombres que han subido, se caracterizan por ser diferentes, quieren crear una civilización nueva, pero son muy pocos.

El día anterior se reunieron alarmados porque la rueda de la fortuna se está oxidando, sus fierros viejos ya rechinan por falta de uso, y si este aparato se inutiliza, será el fin de la esperanza y de la expectativa de volver a ser personas que sienten, que aman, que crean y que pueden construir una nueva cultura.

Acordaron que había que ir a tierras lejanas, fuera de la dimensión que la rueda de la fortuna, con su imantación, puede alcanzar, y buscar a alguien que pudiera tener rastros del hombre del ayer y pudiera echar a andar nuevamente la rueda y poder preservarla.

Así lo hicieron. Recorrieron grandes extensiones de tierras áridas sin encontrar nada, desfallecían por el calor, pero se levantaban aún exhaustos sabiendo que hallar a alguien con características humanas, era lo único que podría ayudar a todos esos hombres que deambulaban como robots sin ningún sentido, a crear un nuevo mundo.

Tras días y días de búsqueda, vieron a lo lejos una pequeña casa en un lugar oculto, más allá se veían otras viviendas similares.  Se acercaron con curiosidad hacia la puerta y les abrió un hombre de larga barba. Los percibió tan exhaustos que les ofreció un vaso de agua.  Los viajantes se miraron de un modo significativo que parecía decir: “encontramos al hombre que buscamos”. Los invitó a entrar a la casa y se sentaron en unos mullidos sillones que recordaban el ayer.

Le explicaron que eran parte de una civilización que había casi muerto, que sólo había una rueda de la fortuna que humanizaba a las personas que habían perdido su historia, les devolvía la memoria, pero esa rueda se estaba destruyendo por falta de uso. Los habitantes amablemente dijeron “nosotros vamos si es que nos necesitan”. Subieron a una especie de coche y se dirigieron al lugar. 

Al llegar fueron subiendo uno a uno a la enorme rueda, que primero crujía al girar, como si se fuera a desbaratar y poco a poco fue dando vueltas con más suavidad, como si la hubieran aceitado.  Bajaban todos más enriquecidos, más sabios porque tenían más memorias.

Les preguntaron ¿cómo es que lograron conservar su humanidad después del cataclismo que vivimos?

Los hombres dijeron: “es que todos los días nos reunimos alrededor de un libro”

¿De qué libro?

Se llama la Torá.