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Nada

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Isaac Richter

¿Qué es un significado? ¿Cómo se consigue? ¿Lo podemos identificar cuando lo tenemos? En esta adaptación del libro de Janne Teller, traída a los escenarios del Habima por David Nessim (quien además hizo la adaptación), un grupo de adolescentes harán todo lo que se les ocurra para conseguir uno de esos ‘significados’ cuando Pedro, uno de sus compañeros, se trepa a un ciruelo y se rehúsa a bajar porque se ha dado cuenta que la vida no tiene significado y nada importa. Esta búsqueda por un significado lleva a este grupo de personas que apenas están entrando a la adolescencia a extremos que ni ellos habían pensado posible. La historia que nos están contando ya sucedió, y ahora seis de estos adolescentes se han juntado para retratarnos esta historia utilizando los recursos que tienen disponibles y pidiendo a su público que se imagine lo demás: Ana (Danit Frenkel), Kai (Rafa Kalach), Sofía (Sully Mitrani), Gabriel (Tomás Pollak), Jonathan (Rafa Frenkel) y Federico (León Hadid), tienen unos bloques y un perchero lleno de sombreros y otras prendas para contarnos la historia de cómo juntaron un montón de objetos que tenían algún significado para cada uno para convencer a Pedro que la vida tiene significado… y en el camino, alguien perdió un dedo… alguien más perdió su inocencia… alguien más perdió una mascota… y todos perdieron la cordura…

Lo que vi en escena

Una puesta muy ingeniosa que aprovecha la simplicidad de esta, así como de la estructura de la historia, para crear el máximo impacto. La producción es retratada como un juego de niños, uno que le pide al público que utilice su imaginación para llenar los huecos de lo que se encuentra en escena, cosa que lleva a muchos detalles ingeniosos en el texto (incluyendo un personaje advirtiendo que va a hacer un acento para interpretar a un musulmán, y no sabe si le va a salir bien, u otro personaje diciendo que va a interpretar a una niña con una voz chillona y espera que al público no le moleste tanto como les molesta a sus compañeros), y un minimalismo en el escenario que subraya los extremos absurdos a los que llega la historia, extremos que pueden ser percibidos como trágicos u oscuramente cómicos. El elenco es extraordinario, constantemente conectado con lo que está sucediendo, y logrando que el público crea en cosas que no puede ver y que nunca se pierda con lo que está pasando.

¡Una puesta que lleva a la definición de teatro a otro nivel!

XXVII Festival Habima de Teatro