//Isaac Richter
Basada en la película mexicana de 1952 dirigida por Roberto Rodríguez, adaptada a los escenarios por Carlos Cambustón, Amadora (Pola Maya) es una viuda que, después de dos años de guardar luto, ha decidido volver a darse la oportunidad de disfrutar la vida. Amadora sigue atrayendo pretendientes… lamentablemente, muchos de estos tratan de alcanzarla saliendo con sus hijas Luisa Rosa (Michelle Klapp) y Cristina (Sary Fasja), por lo que su mamá no acepta a ninguno. Mientras tanto, Amadora está reconectando con Don Félix (Carlos Hadid), un amigo que la presentó a su marido hace varios años, a pesar de que él siempre había estado enamorado de ella. Mientras tanto, Julio (José Micha), el hijo mayor de Amadora, ha traído a Casimiro (Mauricio Aroesty), el sobrino del contador Leoncio (Isaac Maya) de vuelta a la casa donde creció. Casimiro siempre estuvo enamorado de Luisa Rosa y está listo para decírselo. Una comedia con un diálogo a una velocidad que ya no se encuentra en el cine de nuestra época (menos en México), Said Sandoval nos recrea una época de cine que ya no se ve.
Lo que vi en escena
Demasiado larga para una comedia y con uno que otro giro que empieza a cansar, pero la producción es muy meticulosa, dándole mucha personalidad a este mundo a través de los detalles en esta casa (con un retrato del difunto esposo siempre en el centro del escenario) y un elenco que entiende el tono que está buscando. El elenco incluye a Orly Cohen como Toña, la criada de la casa que es cómplice de todo lo que sucede, Leyla Maya como Natalia, la hermana de Amadora, Alex Palombo como el jefe de Julio, Mr. Krugenberg (personaje que trae algo de inglés a esta puesta), Linda Chayo como Carola, quien chantajea a la familia, y Moisés Ilitzky interpretando a todos los pretendientes de las hijas.