Mi Cuenta CDI

De Tel Aviv a Eilat: recorrido por las zonas más sorprendentes de Israel

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Israel es una belleza de país de norte a sur y de este a oeste, desde sus playas fantásticas para hacer surf o submarinismo, como Eilat; hasta oasis como el del kibutz Eingedi, con un jardín botánico donde se trabaja desde años el ecoturismo en pleno desierto de Judea…  

Como casi todas las ciudades a abiertas al mar (Mediterráneo en su caso), Tel Aviv es moderna y creativa, así que vete con las pilas cargadas para investigar más allá de la antigua ciudad de Yafo, fundada en 1909 alrededor del puerto homónimo. Hay numerosas casas modernistas y hasta un museo de estilo Bauhaus que le ha valido el sobrenombre de Ciudad Blanca y, en 2003, la denominación como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Claro que antes tuvo que pasar por un lavado de cara generalizado a cargo de los artistas que hoy pueblan sus callejuelas pintorescas, limpias, y floridas.

Cuando hace calor, puedes caminar por sus 2km de playa hasta la zona del puerto, con sus cafés, restaurantes, chiringuitos y clubes nocturnos con terraza chillout, y tiendas de ropa deportiva y acuática… Además, en verano, se celebran, festivales y teatros callejeros en su plataforma de madera. Pasarás por la Marina, muy concurrida de embarcaciones y con una playa privada. Para hacer shopping, son muy recomendables los mercadillos de KarmelMarket, de la calle King George, de Sheinkin y de la calle Dizengoff.

A la hora de culturizarte y probar la gastronomía kosher, Neve Tzedek es el barrio que no te puedes perder, por sus encantadores restaurantes, cafés, yogurterías y boutiques de diseñadores de ropa y joyas; sus casas restauradas por los arquitectos y diseñadores de interiores que habitan en la zona, junto a otros muchos bo-bos (bohemios y burgueses) que se sientan plácidamente en sus patios interiores ajardinados, en los rincones con bancos para columpiarse mientras toman una cerveza y llenan de creatividad sus centros culturales...

Dos mares a elegir

Desde Tel Aviv puedes hacer una excursión al mar de Galilea, que en realidad es el lago de agua dulce más bajo del mundo y el segundo punto más bajo de la Tierra después del mar Muerto, a 421 metros bajo el nivel del mar. Nada más que por su fama y por flotar un poco, ya merece la pena atravesar el desierto de Judea, con sus cuevas y formaciones saladas; y subir a la montaña de Sdom (sí, la de Sodoma y Gomorra) para arribar a sus playas y tirarte bocarriba en sus densísimas aguas saladas. La piel se te queda irreconocible, gracias a que la mineralización del agua genera un aceite que las fábricas de cosmética colindantes aprovechan para comercializar sus productos.

Tras atravesar todo el desierto de norte a sur, llegas a Eilat, creada no hace ni ochenta años a orillas del mar Rojo. Por cierto, este toma su nombre de las montañas circundantes, cuyo alto contenido en hierro le confiere un color negro y rojo a la tierra y, al reflejarse en el mar, lo hace parecer rojo, pero de cerca es azul verdoso. Y lo mejor es sumergirse en sus profundidades, haciendo submarinismo por la barrera de coral, cuya riquísima fauna y flora también puedes contemplar en el Observatorio marino subacuático (Underwater Observatory Marine Park). 

La erosión como técnica artística

Si te da tiempo, escápate al Timna Park, un inmenso parque geológico en el desierto del Negev donde antiguamente se encontraban las minas de cobre. Allí es posible hacer trekking para observar de cerca las formaciones causadas por la erosión en las arenas rojas, como el Mushroom, o los Pilares de Salomón, tres pilares rocosos que forman parte del cortado natural, así como el lago artificial que hay junto al Tabernáculo, una reproducción del auténtico Tabernáculo Sagrado.

Fuente: www.eldiario.es