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El giro de las cosas

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Susy Anderman

Desde la semana pasada, el caso de Carmen Aristegui ha sido un foco de atención en los diferentes medios de comunicación, en los que se vierten diferentes puntos de vista, centrados muchos en cuestionar si en México existe una limitación para los periodistas, para la libertad de expresión, para la investigación periodística y sobre todo, si los medios pertenecientes a empresas privadas, permiten que se ejercite libremente el oficio sin intervención de intereses propios o debido a nexos con grupos políticos o con la propia presidencia de la república.

En el contexto que se dio hace unos días, si queremos analizar con lupa, podemos profundizar en aspectos que nos preocupan más, como lo es la situación de si el papel de un comunicador puede llegar con tanto poder o fuerza al grado de activar todo un movimiento social. Cuando el líder de opinión llega a colocarse en ese nivel en el que con sus puntos de vista, una situación se torna delicada aún cuando no sea su propia intención. De ahí partimos a la gran responsabilidad que le confiere su profesión en la que ante todo, la ética en el uso de la palabra es esencial. Así, adquieren una fisonomía que funciona o activa fenómenos en la opinión pública de una manera determinante. Si el binomio que se compone interviene en un escenario social con características particulares, el resultado puede ser inevitablemente incontrolado. Al elevar el binomio al cuadrado, se lo multiplica por sí mismo, y de esto lo sabrán mejor los matemáticos, pero quienes conocen algo de historia, sabrán que una chispa puede iniciar un gran incendio en las cuatro o más racionalidades básicas existentes en el campo de la intervención. El resultado entonces puede utilizarse como un instrumento de diagnóstico comunitario y de evaluación social. Y este es justo el caso.

Por una parte, Carmen Aristegui, una de las voces más destacadas de la radio mexicana, por su gran labor y valor como periodista y comentarista, un eje en la opinión pública de nuestro país, desde ciertas perspectivas individuales, parece ser que se pierde en el ángulo de su omnisciencia, se vuelve vulnerable a otros factores, y con pena para todos sus admiradores, se encuentra en esta desfavorable situación que apunta a que en México, existe un control de información regido con cuerdas por decisiones o intereses externos ajenos a los medios informativos. Como esto se desee interpretar.

Pero el otro lado, lo que más nos atañe como gente de la Comunidad Judía de México, es que como resultado de una acción totalmente independiente, surja una vertiente que manifiesta un peligro existente, que enciende como petardo en una sociedad, con otros objetivos o plataformas como reacción a un fenómeno separado, provocando en las redes sociales una serie de agravios que se convirtieron en actos de racismo y antisemitismo, en contra de otro de los periodistas destacados de la empresa MVS, como lo es Ezra Shabot, sin tener nada que ver en el asunto, sino solo por ser judío. Por eso nos interesa en particular, hablar de este asunto en este medio comunitario, ya que todos hemos tenido oportunidad de conocer de cerca este lamentable asunto que distrae a todos de hechos que acontecen en nuestro país de suma urgencia.

La buena noticia es que efectivamente México cuenta con gente de criterio y conocimiento, las redes en ocasiones son utilizadas por el populus: “Cuidan algunos hombres que pueblo se llama a la gente menuda, así como menestrales y labradores,…” (Frase tomada de las Siete Partidas, Partida Segunda, Título 10, Ley 1. Alfonso X el Sabio, Corona de Castilla, 1265).

Con profunda admiración, hemos sido testigos de cómo un grupo de intelectuales y periodistas, vale la pena mencionar, gente como Federico Reyes Heroles dio una respuesta en una columna del periódico Excelsior, titulada #todos somos Ezra. José Cárdenas por su parte, en el noticiero del Grupo Fórmula, presenta el hecho y da oportunidad de conocer su propia opinión y la de la analista María Amparo Casar, quien comentó textualmente que esas personas que se expresaron mal del periodista “flaco favor le hacen a la democracia, a la libertad de expresión y a la tolerancia”. Asimismo, Leo Zuckermann en su columna, escribió: “Nada nuevo, mi querido Ezra, para todos aquéllos que somos judíos y estamos en los medios de comunicación. Es tan común, que ya nos acostumbramos. Tomamos como algo normal que nos acusen de todo tipo de barbaridades por tener cierta religión. Nos quieren hacer sentir que, por ser judíos, nuestro país no es México. Pero se equivocan: el fanatismo antisemita sólo hace que nos sintamos más orgullosos de ser mexicanos y judíos. Ya parece que nos van a doblar con tales majaderías.

Tienes toda la razón: no debemos victimizarnos. Pero tampoco podemos soslayar el discurso de odio de supuestos adalides de la libertad de expresión. Que digan lo que quieran, pero asuman la responsabilidad de sus dichos y hechos. Lamentablemente no lo hacen: se refugian en el anonimato. Cómo me gustaría que los antisemitas que te han atacado estos días dieran su cara, nombre y apellido. No se van a atrever porque son cobardes que echan la piedra y esconden la mano”.

Por supuesto, el propio Ezra Shabot, en un artículo publicado en El Universal con el título El odio, interviene con respuestas sin ningún temor, ese temor por la autodefensa, que a través del tiempo ha hecho y sigue haciendo estragos en muchas comunidades judías del mundo, qué decir de la historia, pero en México se vive diferente, existe una justicia amparada no solo por el pensamiento universal sino por las mismas leyes que han sido aprobadas como lo es la LEY FEDERAL PARA PREVENIR Y ELIMINAR LA DISCRIMINACIÓN, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio de 2003, esta protección en muchas ocasiones es necesaria, no solo para los judíos, los sabemos, existen muchas minorías rechazadas por simplemente ser diferentes.