La vida, nos da oportunidades increíbles. Sin merecerlo, nacemos en una familia, afortunada, con posibilidades educativas, económicas y emocionales infinitas.
En otros lugares, las posibilidades son mínimas, sin recursos, sin educación, y con una cicatriz histórica de pobreza, marginación y retraso.
En algún momento se juntan los mundos dispares, y aquellos que han recibido todo, nos ponemos al servicio de los más necesitados, que debido a ese encuentro, se convierten, al menos momentáneamente, en afortunados también.
Dov Mareyna
Muchas personas que donan dinero, alimento, ropa u otros objetos para satisfacer las necesidades básicas de una persona se preguntan: “¿Llegará?”… Con la experiencia que viví recientemente, puedo asegurar que sí, por supuesto que llega la ayuda a través de organizaciones como CADENA.
Tuve la maravillosa oportunidad de ir personalmente a Chihuahua, con otros 25 voluntariados, al municipio de Batopilas (el segundo municipio más pobre y marginado de toda la república mexicana) en donde demostramos que hay personas que nos preocupamos por nuestros hermanos, pues estamos conscientes de su situación y sufrimiento. Nuestra misión fue simple: “Ayudar” pues de cualquier manera se puede socorrer a una persona; desde jugar con niños, enseñarles a adultos y pequeños a lavarse los dientes, hasta entregar despensas para despreocupar a una familia por escasas tres semanas. Gracias al apoyo de personas desde el DF y Chihuahua, se logró completar esta misión; sin el trabajo en equipo y el auxilio de todos, nada de esto hubiera sido posible.
La humildad de los rarámuris, su respeto, paciencia, cordialidad y altruismo me impresionaron desde la primera vez que los conocí. El presenciar o sentir que muchos de ellos han olvidado sonreír (o nunca han aprendido) me rompe el corazón, pero me animo al observar una pequeña mueca de felicidad al cargar su costal de maíz y recibir su despensa.
Es por eso que debo recalcar un punto muy importante: no es lo mismo comprar unos kilos de frijol y depositarlos en centros de acopio, que asistir al lugar donde hay una emergencia de cualquier índole, la visión es totalmente diferente y el impacto también. Por supuesto que no menosprecio a esas personas que donan, de hecho sin su ayuda, hubiera sido imposible llegar a juntar 2 mil 50 despensas, es decir, 76 toneladas de alimento.
Cuando entregamos unos rompecabezas de animales y frutas, tanto los niños como los padres no conocían la mayoría de estos… ¿Cómo les explico lo que es una jirafa o un kiwi? En este momento me percaté, de lo mucho que falta por hacer en cuanto a la educación, vivienda, desarrollo (infraestructura), atención médica, vialidades y mucho más, para que los tarahumaras puedan vivir de una manera más digna, “contemporánea” y así poder avanzar, seguir adelante y ser totalmente independientes.
Lyann Jafif Nahmias
Con la ayuda de CADENA todos ganan, solo que, nosotros más; nos enriquecemos como humanos, nos sensibilizamos ante las verdaderas necesidades de nuestros iguales, y quedamos marcados para siempre.
La posibilidad de compartir la experiencia con un grupo, que solo lo es, por algunos días, es inimaginable. La experiencia nos convierte en camaradas, en socios y cómplices, en el proyecto de construir un mundo más justo.
Dov Mareyna