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El misterioso huérfano judío de Salónica

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//David Barzilay

Es el 4 de marzo 2016, un correo electrónico aparece en mi pantalla de algún grupo desconocido de investigadores establecidos en Thessaloniki, Grecia. Se presentan: "Somos un grupo de investigadores en Thessaloniki trabajando sobre un proyecto académico común relacionado con la Shoá. Aliki Arouh, genealogista e activista de investigación de la comunidad judía de Thessaloniki; Aigli Brouskou, antropóloga, investigadora de la Casa Municipal de Huérfanos de Thessaloniki Agios Stylianos; y Areti Makri, archivista en los Archivos Estatales de Thessaloniki e investigadora”.

La carta entonces siguió describiendo el caso más específico que ellas habían enfocado su atención, es decir: “Nuestra investigación ha estado centrada alrededor del caso especial de un recién nacido que llegó como un niño abandonado en la Casa Municipal de Huérfanos en Thessaloniki, en el mes de marzo de 1943, se quedó allí durante dos años bajo el nombre de Achilleas Mouratidis, y posteriormente fue recuperado por uno de sus tíos maternos… Finalmente, habiéndolo localizado, nos gustaría compartir con usted documentos e información sobre los miembros de su familia de los cuales no teníamos ningún conocimiento…”
En este momento, surgen sospechas sobre la legitimidad de este grupo. ¿Será alguna broma pesada de alguien, tratando de extraer dinero o información de mí? Como la carta sigue, declaran categóricamente que ellos no exigen ninguna compensación monetaria por su trabajo. Al superar la barrera de broma pesada, me declaro un participante dispuesto en compartir cualquier información que tengo para completar su proyecto.

Después de un cambio intenso de correos electrónicos, el intrigante, complejo y extraordinario cuento de su búsqueda para encontrarme, se desarrolló.
En abril de 2015, Aliki Arouh es invitada a la presentación del nuevo libro de Aigli Brouskou, Por la crisis te doy mi hijo. En ese mismo día, Maria Vassilikou, historiadora, estaba haciendo su investigación en el archivo de la comunidad judía. Entre las varias páginas estudiadas por ella, encuentra una carta de Agios Stylianos, relacionada a cuatro bebés circuncidados que fueron colocados en el orfanato de Agios Stylianos, en 1943 durante la ocupación de Alemania en Thessaloniki. Maria compartió esta información con Aliki y el nombre Darío Massarano surgió.

Aliki, recordando un documento que le dieron días antes, cautivada se pregunta: “¿Qué ha pasado con estos huérfanos?” Igualmente, Areti Makri estaba intrigada por todo eso, y empieza su propia línea de investigación. Al día siguiente, envía un correo electrónico a Aliki: “Le envío dos documentos que le pueden ser de cierto interés para su investigación”.

La semilla del procedimiento de investigación ha sido plantada. ¿Pero dónde empieza uno a resolver el enigma de los bebés huérfanos de Thessaloniki? La única información disponible era el nombre Darío Massarano: el nombre de uno de los bebés recibido por la admisión del orfanato. ¿Cómo hace uno para proceder desde allí?

Aliki, una archivista judía dotada, comienza a buscar por sus archivos y enfoca su atención sobre la familia Massarano. Por suerte, uno de los documentos que sobrevivió la guerra era el certificado de matrimonio datado en 1941 de Yaacov Massarano, 31 años de edad, y Mathilde Barzilay, 20 años de edad. El 4 de marzo de 1943, Mathilde dio a luz a un bebé llamado Darío Massarano. En el proceso de su investigación, un linaje entero de miembros de la familia también es descubierto. Mientras todo esto es un descubrimiento fascinante de su propio mérito, no reveló nada sobre la localización del misterioso Darío Massarano.

El 17 de abril de 1943, la pareja Massarano llega al campo de concentración en Auschwitz. Yaacov es registrado como casado sin niños y es tatuado con el número 119945.

Los investigadores ahora fueron afrontados con la pregunta: ¿qué pasó con el recién nacido de Massarano? ¿Lo tomó alguien, lo protegió y lo cuidó? ¿Tal vez? Quizás era otra víctima del fervor nazi para exterminar al pueblo judío europeo y nunca sobrevivió los años de guerra. Estas fueron algunas de las preguntas desalentadoras y surgidas como una tarea monumental a resolver.

El correo electrónico que Areti le envió a Aliki después de la presentación de Aigli, demostró un poco de información sobre los orígenes de uno de los huérfanos de Agios Stylianos. Da la casualidad que Areti estaba trabajando en un proyecto completamente no relacionado que investigaba un cierto Ioannis Stathakis: un abogado predominante pero también un misterioso y sospechoso personaje.

El archivista descubrió que el Sr. Stathakis era un amigo cercano de Nathan Barzilay y una figura predominante de negocio muy conocido en los círculos sociales de Thessaloniki. Mientras que investigaba los documentos del abogado, Areti descubrió una carta interesante donde un Richard Barzilay había sido enviado a Stathakis. La carta solicitaba que el abogado describiera y documentara algunos eventos que ocurrieron en 1943.

¿Qué conexión, si alguna existe, entre Stathakis, Richard Barzilay y el bebé Darío Massarano?

La trama se enreda, pero todavía no completamente.

Un rayo pequeño de luz y esperanza comenzó a brillar débilmente. Stathakis, en su respuesta a Richard Barzilay, le describió como Nathan Barzilay le pidió cuidar y proteger a su nieto que acaba de nacer. Temiendo por su propia seguridad y sintiéndose incapaz de cuidar correctamente al niño recién nacido, el abogado encargó el bebé a un agente de la policía local que luego lo entregó a la Casa Municipal de Huérfanos de Thessaloniki Agios Stylianos.

Una nueva pregunta surgió entre los investigadores: ¿quién era Richard Barzilay y por qué le estaba escribiendo a Stathakis? Una vez más, más preguntas habían surgido sin respuestas. Otro documento intrigante es encontrado donde Jacques Barzilay le pide a Stathakis que le entregue joyas que Nathan Barzilay le había confiado para que él y su hermano Moisés pudieran usarlas para ayudarles a sobrevivir los años de posguerra.

La investigación se hace más complicada sin solución a la vista.

Encontrar al bebé Darío ahora se había hecho una obsesión para Areti. El grupo de investigación recurrió a buscar sobre las plataformas de redes sociales disponibles, las dos más evidentes siendo Yad Vashem y el USC Shoah Foundation.

Del sitio de Yad Vashem, un documento surge, una pareja griega de Atenas fue concedida el honor de Naciones por salvar la vida de Beatriz Matalon. ¿Qué conexión tenía esta mujer con cualquiera? A la primera vista, perecía como información sin importancia particular. Un vistazo más cerca del testimonio de Beatriz reveló de modo interesante que ella era la esposa de Richard Barzilay y que tenía un hijastro llamado David Barzilay. El interés en esta información aumentó, pero ¿cuál era la conexión entre toda esta gente?

Uno todavía tenía que encontrar la conexión entre todas estas personas. Más investigación era necesario. Más caminos a seguir. Más frustraciones.

Con una pasión que solo un investigador entregado puede entender, Areti revisó y estudió todos los documentos. Usando una intuición de políglota, una perspicacia profesional, un intelecto puro y, quizás, un poco de suerte, llegó a una conclusión: David Barzilay y Darío Massarano eran la misma persona.
Darío Massarano era el hijo de Mathilde Barzilay, quien era la hija de Nathan Barzilay y también la hermana de Richard Barzilay.

Pues ahora era claro que el bebé huérfano sobrevivió la guerra, fue recuperado por uno de sus tíos, Jacques Barzilay, y le dieron el nombre David Barzilay.
La magia y entusiasmo del éxito. El trabajo duro, la pasión y la perseverancia con justicia fueron recompensados.

La pregunta: ¿quién ha sido resuelta? La USC Shoah Fundation ofreció pruebas firmes sobre la existencia de David. Como Areti dijo: "Allí encontramos el testimonio oral y escrito del hombre que nosotros estábamos buscando todo este tiempo, contándole al mundo la parte de su historia que, hasta entonces, no sabíamos nada”. El testimonio detallado de David en 1998 comprobaba esta prueba. Para citar Aliki, “Hasta que nosotros comenzáramos la investigación coordinada, Darío era otro nombre en la larga lista de víctimas del Holocausto. Como los pedazos vinieron juntos, estuve enormemente encantada de eliminar el nombre de Darío de ella”.

El gran rompecabezas estuvo a punto de completarse. El resto de este viaje de descubrimiento al principio, pareció muy simple, casi trivial. David Barzilay residía en Montreal y eso era casi una tarea banal de encontrar a su niño huérfano y unirse con él.

Facebook no cedió ninguna información adicional. Con tanta esperanza y expectativa, la Troika (el nombre que David le había dado cariñosamente a los tres investigadores que lo descubrieron) envió un correo electrónico conciso y explicativo que describía su investigación a una dirección derivada del Internet en Montreal, Canadá.

En ese momento, la Troika ya había desarrollado un apego emocional y personal, y se identificaba con su David desconocido. Muy a supesar, no obtuvieron una respuesta al correo electrónico. Más frustraciones cuando otro correo electrónico enviado a un supuesto primo no obtuvo resultados. 

Silencio: la sombra de la derrota; quizás el fracaso. El proyecto de cuento de hadas, su burbuja de éxito y alegría pareció haberse reventado.

A pesar de haber agotado todos los caminos de las redes sociales y haber enfrentado un abyecto fracaso, el grupo Troika estuvo a punto de renunciar. “¿A dónde vamos desde aquí? ¿Cómo procedemos? Estábamos tan cerca y todavía estamos tan lejos de él”.

Tal vez la Troika tenía una aptitud para hacer descubrimientos deseables por accidente. Como resultó ser, el esposo de Areti, Apostolos Zikoulis, un agente de seguros, que tenía algunas relaciones con Taly Mair, quien era el director de la comunidad judía de Atenas. Al pasar, le menciona la investigación en que su esposa está comprometida. Algunas semanas pasan y en una salida social. Taly Mair, Areti y su marido tienen la oportunidad de encontrarse en un bar. Las presentaciones se hacen y pronto las dos mujeres participan en la discusión del Proyecto Darío. Taly menciona el nombre de Ishie Gitlin, una figura prominente en la Comunidad Judía de México. ¿Y qué? Eso no solucionó nada. El punto muerto sigue ahí.

Campanas sonaron en la cabeza de Areti mientras recordaba el nombre de Ishie del Facebook de David como un amigo, que se remonta a sus días de estudiante en Manchester, Inglaterra. Pidió a Taly que le remitiera la carta introductoria original, enviada a David hace casi un año, a Ishie, quien ojalá sabría su paradero y luego la transmitiría a él.

¡Éxito!

La cadena de correo electrónico había tenido un éxito maravilloso. Recibí la carta y el resto fue y está en el pasado, como dicen. Una serie de contactos, intercambios de correo electrónico y Skyping siguen. Se ha establecido una asociación. La Troica puede completar completamente su proyecto ahora que el bebé huérfano ha sido encontrado. Todos son felices y brillan en su éxito.

Se puede decir que el caso de David Massarano ilustra una tendencia, una solución que fue considerada por la población judía que estaba a punto de ser deportada: en realidad han dejado detrás de ellos una cantidad de bebés. El caso de David Massarano es uno de estos casos, y es el único que está plenamente atestiguado, por material de archivo, documentación y testimonio oral, transmitido al protagonista de esta historia.

Quiero extender mi agradecimiento a Dr. W. Weiser y Sandra Zelikovic por sus valiosos comentarios y a Laura Diaz por haber traducido este artículo que inicialmente apareció en Inglés.