//Enrique Chmelnik
El encanto del teatro reside, en buena medida, en la dramaturgia, la dirección y la actuación; de modo que una buena puesta en escena se aprecia tanto más cuando el peso de la obra no descansa en una escenografía ostentosa, una iluminación abrumadora o una música imponente, sino en el libreto, el dominio del escenario y la interpretación de sus actores.
Por ello, la modalidad de Teatro corto es la más apegada al espíritu del género dramático: foros reducidos y producciones sobrias, a cambio de obras comprometidas, inevitablemente, con la excelencia de sus actores y la calidad de sus diálogos.
Teatro corto es la nueva categoría del Festival Habima de Teatro: ocho puestas en escena con duración de entre 18 y 25 minutos, cuatro foros con capacidad para veinte o treinta personas y hasta cinco funciones consecutivas por cada obra, que se presentaron los días 20 y 21 de mayo en los salones del Espacio Cultural Abud y Mery Attie.
Tiempos modernos
Historia de una pareja que se complace embaucando a tantos hombres y mujeres desprevenidos como les permitan sus habilidades de seducción. Los diálogos son efectivos y las actuaciones sobresalientes; David Chernovetzky, en quien recae el hilarante peso de la situación, hace un trabajo estupendo. Se trata de una magnífica carta de presentación para el estreno de la categoría.
Príncipe azul
Es una comedia acerca de un hombre y una mujer que realizan, en su tercera cita, un descubrimiento fundamental: que su relación es inviable porque él, pese a todos los esfuerzos por modificar sus preferencias, es homosexual. Diálogos humorísticos y situaciones chuscas envuelven acertadamente el mensaje de esta obra: al cabo de todos los empeños por encubrir lo que uno es, la verdad emerge y no queda más remedio que aceptarla.
Esto duele
Es una pareja de jóvenes -hombre y mujer- se encuentran en el cuarto de lavado de un edificio de departamentos. El diálogo que entablan los personajes fluctúa en torno a diversas reflexiones acerca del amor, el miedo, las relaciones humanas y el dolor. Una obra sencilla en la que, considerando las limitaciones del foro, destacan algunos elementos de producción. Es loable el esmero de los jóvenes participantes en esta puesta en escena.
Hay que cruzar el pin... charco
Cuando se combina un texto sublime con una magnífica interpretación actoral, el resultado es una estupenda obra teatral. Ese es el caso de Hay que cruzar el pin... charco. Se trata de una puesta conmovedora, profunda y ocurrente. En veinte minutos los personajes logran una empatía indiscutible con el público. La historia se ocupa de una exciclista, lesionada física y emocionalmente a causa de dos tragedias que ensombrecen su pasado. Su amigo imaginario de la infancia será el encargado de ayudarla a emerger de una vez y para siempre. La obra es estremecedora y profunda, con un planteamiento nítido, un desarrollo dinámico y un desenlace efectivo. Un acierto de principio a fin.
Granola
Antes de entrar a ver Granola, hay que pensarlo dos veces. Por los golpes y los alaridos que se escuchan hasta el vestíbulo, parece como si estuvieran matando a alguien; y vaya que sí. La obra trata de un hombre que, obsesionado con no repetir jamás la misma peluquería, entra en una de ellas sin saber que está a punto de tener la peor experiencia de su vida. Se trata, por momentos, de una puesta satírica, aunque la mayor parte del tiempo realista, impetuosa y violenta. En suma, para el espectador, veinte minutos aferrado a la silla.
El cuarto de Daniela
Los giros argumentales son el hilo conductor de la obra que lleva por título El cuarto de Daniela. Se trata de un triángulo amoroso en el que un hombre y una mujer traman un plan para ayudarle a él a terminar su relación con otra mujer. Destaca la actuación de David Nessim, cuyo personaje extrema, por momentos, en la comedia caricaturesca.
La teoría del todo… todo
Es una espléndida puesta en escena, con un texto jovial y dos personajes entrañables. La obra sucede en la oficina que comparten dos catedráticos de ciencias exactas, y gira en torno a las relaciones humanas en contraste con las teorías que rigen el universo. La comedia recae, principalmente, en una de las protagonistas, interpretada por Elisa Romano, una prometedora actriz que da vida a la empleada de intendencia que se encarga de los quehaceres del recinto. A diferencia de la propensión literaria a contar historias en que el entorno transforma a los personajes, en esta obra son ellos los que transforman el mundo que los rodea. Una obra simpática, de buen gusto y ágil, para pasar un excelente rato.
Piensa en mí
Y hablando de obras conmovedoras, Piensa en mí es una pieza perfectamente lograda. Un joven y una mujer de edad viajan en un tren. Ambos nacieron en Polonia; comparten un pasado trágico. En unos minutos la conversación habrá de conducirlos a aquellos días en que las historias de ambos convergen. Los personajes generan en el auditorio una gran afinidad con su desdicha. Las actuaciones de Anita y Jonathan Fainsod son francamente memorables, sobre todo la capacidad de ella para conmover hasta las lágrimas. Una puesta en escena de gran calidad.
Las obras que se presentaron en esta nueva categoría se caracterizaron por la variedad de géneros y argumentos, pero todas ellas vinieron al Festival Habima de Teatro esgrimiendo un claro mensaje: el Teatro corto llegó para quedarse.