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Mujeres desquiciadas

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Isaac Richter

Grupo: Compañía de Teatro CDI/Mutis
Categoría: Abierta
Institución: Centro Deportivo Israelita

Si hay algo que ha pasado por una revolución en los últimos cien años (si no es que más) es cómo se define una mujer a sí misma y cómo la define el resto del mundo. El papel de una mujer en este mundo ha pasado por tantos cambios que constantemente parece estar pasando por una crisis de identidad. Es justo esa crisis de identidad lo que la dramaturga venezolana Indira Páez explora en su texto Mujeres desquiciadas, que consiste de diferentes historias, algunas presentadas como monólogos y otras como escenas habitadas por más de un personaje, en el que exploramos las diferentes maneras que una mujer encuentra para definirse. Ana Catarrivas, Cecilia Kalach y Karin Sefchovich interpretan estas viñetas (cada una presentada con el tema de Seinfeld), cada una con su colección de vestuarios colgados en escena para que cada una pueda transformarse en su próximo personaje, en lo que una conserje (Debbie Wapinski) transforma el escenario para la próxima viñeta, con audífonos puestos, cantando e improvisando coreografías para canciones de Yuridia y Gloria Trevi entre otras cantantes populares de los noventa, que van apareciendo en su lista de reproducción. Una mujer embriagada nos dice que le gustaría regresar al siglo XIX (cuando la mujer no tenía la presión del feminismo), una que es ‘hater’ habla con su psicólogo, una que está en el baño habla con una amiga por teléfono sobre su vida sexual, tres mujeres embarazadas en una peluquería tienen ideas diferentes de lo que es ser madre, dos mamás en una conferencia de padres hablan de su trabajo como prostitutas (bueno, usando otra palabra que no me atrevo a decir aquí) y en la última viñeta, dos mamás que son mejores amigas, tratan de evitar conflictos cuando van a ver a sus hijas competir.

Lo que vi en escena: una puesta muy divertida en la que nuestras cuatro actrices se comprometen con cada papel que les toca, sea en monólogos o escenas que comparten con otras. Cada una trabajando desde una cierta imagen como actriz (o de muy ruda, o de muy intensa o de muy peculiar), prueban los límites a los que pueden llevar a sus personajes. Las transiciones con Debbie Wapinski cantando obviamente están ahí para entretenernos en lo que las otras tres actrices se cambian, pero resultan ser muy divertidas en parte por las cosas que hace esta mujer cuando piensa que nadie la puede ver y en parte porque es divertido oír a Wapinski cantar (tiene una muy buena voz, pero las canciones no suenan montadas, cosa que ayuda al efecto cómico de estas transiciones). Sharon Amkie logra un tono que el público de ahora probablemente reconoce de un sitcom (un medio que en sí le debe mucho al teatro) y lo subraya con el tema de Seinfeld que arranca cada escena. ¡Una puesta muy bien lograda!

XXVI Festival de Teatro Habima