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Un nuevo año

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Rabino David E. Tabachnik*

En los umbrales de 5778 me dirijo a la Comunidad judeomexicana con los mejores deseos que para el Nuevo Año nos colme de amor y felicidad, bendición y paz.

Los Yamin Noraim son el tiempo adecuado para la introspección y el análisis de conciencia que posibiliten al ser humano el reenfoque de la existencia.
Equivocarnos es un derecho inalienable que tenemos los humanos, corregir los errores es un deber inexorable. Necia es la persona que insiste en vivir equivocada, pero hay verdadera grandeza, en aquellos que reconociendo los errores, tratan de enmendarlos.

Y este es el tiempo adecuado para ello.

Los últimos años nos enfrentan al conflicto esencial entre el tener y el ser. Entre la carga opresiva de ambiciones materiales y ansias de poder y el placer de una vida de amor, contenido y autenticidad.

El mundo cambia a pasos agigantados, pero la crisis de los valores se ha incrementado y este es nuestro problema como miembros del género humano y como judíos.

Estamos orgullosos del privilegio de poder decidir nuestro destino, y debemos tomar conciencia que toda elección infiere un compromiso personal con nosotros, con nuestra familia, con la comunidad, con nuestro pueblo y con la historia.

Debemos revisar fundamentalmente nuestra manera de vivir y el significado de nuestra permanencia en el mundo.

La creencia que la abundancia material otorga mayor felicidad se ha demostrado como una falacia. En un mundo donde hay tantos seres angustiados, deprimidos, destructivos y dependientes que solo se alegran cuando encuentran la manera de matar el tiempo. En un mundo donde la gente se ve atraída por objetos mecánicos y electrónicos, por el poder de la máquina, por lo que no tiene vida y por aquello que quizá puede llevar a la destrucción, debe escucharse un mensaje que haga vibrar al ser humano, especialmente en nuestro medio judío donde siempre ha habido respuestas a las innumerables interrogantes planteadas por el devenir de los días.

Si nuestra comunidad siente que hay un problema de valores que están tambaleando. Si la juventud está bloqueada por apatía e indiferencia. Si resulta difícil crear los marcos adecuados y atrayentes para las nuevas generaciones. Si la asimilación aumenta y la identidad judía se evapora, es porque no hemos brindado las respuestas que la generación exige.

Aquellos que pensaron que un judaísmo pálido, abstracto, impersonal, carente de colorido, de compromiso y de autenticidad era suficiente, se equivocaron.
El espectáculo no puede sustituir a la vivencia judía, la sola membrecía a una institución no puede ocupar el lugar de la vida judía, en sus formas y en su contenido.

Las nuevas generaciones exigen un cambio radical. La supervivencia judía y la continuidad de nuestro pueblo constituyen un desafío ineludible.

Por ello invito a mis hermanos judíos al reenfoque de nuestra existencia, al reencuentro con las raíces de nuestro ser judío, porque solo aquel que sabe y es consciente de su pasado podrá construir un puente hacia el futuro.

Yo los invito a acompañarme en la aventura espiritual del redescubrimiento de la esencia del pueblo de Israel y la belleza que conllevan la Torá y las Mitzvot.
Cuando todo falla la Torá es no solo el soporte, sino nervio, motor y generador de fe y vivencias raigales.

Los invito a ser partícipes de un judaísmo comprometido, que otorgue sentido a nuestra vida y belleza y contenido a nuestra existencia.

*Director de los Institutos Ariel de Jerusalem.

Rosh Hashaná 5778