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Partida para el nacimiento, Academia de Comedia Musical y Teatro Comunidad Maguén David

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Sharyn Bistre

¡El viaje ha comenzado! Un vuelo especial hizo escala en el escenario del Habima, pero no con unos pasajeros cualesquiera, sino con las almas que ocuparían los cuerpos de cinco bebés a punto de nacer. Esto lo presenciamos con la obra, Partida para el nacimiento, con los jóvenes de la Academia de Comedia Musical y Teatro de la Comunidad Maguén David, dirigidos por Carlos Rangel.

Este enternecedor guión, adaptado del cuento de Álvaro de la Iglesia, nos transporta, con un original sentido del humor, al viaje que comparten los bebés y su proceso de preparación para el nacimiento, así como sus miedos y dudas sobre incorporarse al mundo que les espera, y sus aspiraciones para el futuro. Guiados por las instrucciones de la Azafata (Rebeca Escapa); la pequeña Bernardina (Natalie Saba) tiene miedo de que sus papás no la quieran porque esperan a un niño; mientras que la Millonaria (Denisse Sutton) tiene una visión pesimista sobre su futuro como heredera. En cambio, el Jorobado se preocupa por no ser aceptado debido a su defecto físico y el Negro (Shimón Glick) teme nacer en un matrimonio blanco y racista. Por otro lado, Nahum (Martín Reznik) está ansioso por nacer, a pesar de saber que es el séptimo hijo en una familia pobre, y anima a sus compañeros de viaje para enfrentarse al futuro con optimismo. 

Durante la presentación, el público es conducido a una atmósfera de reflexión, al mezclar la inocencia y la ingenuidad con un plano de realidad lleno de estereotipos y crueldad, especialmente al llegar al estremecedor final que refiere las consecuencias del aborto.    

En el escenario, la puesta en escena llevó un buen ritmo y trazo escénico. Aunque, ocasionalmente su larga duración y el excesivo optimismo de Nahum (Martín Resnik) la hacían un poco tediosa. Los efectos especiales y la musicalización complementaron muy bien a la escenografía, creando un entorno que evocaba pureza y ternura. Asimismo, elementos con los que interactuaron los actores, tales como los chupones de práctica, los letreros de destinación y los indicadores luminosos para dar el salto, brindaron un toque muy especial.  

Con respecto al trabajo actoral, los jóvenes se desempeñaron bien en general, manejando buen volumen y dicción la mayor parte del tiempo. Se pueden destacar las actuaciones de Natalie Saba (Bernardina), que interpretó su personaje caracterizado por su dulzura e ingenuidad sin llegar a ser excesivas, Shimón Glick (el Negro), que mantuvo una buena caracterización humorística (complementada por el buen maquillaje), y la de Martín Resnik (Nahum), cuyo esfuerzo actoral durante toda la obra interpretando un papel tan exigente, debe ser elogiado.

En ocasiones, el discurso de la historia tomaba un talante demasiado moralista, y los estereotipos resultaban tan marcados, que rompían un poco con la realidad actual, la obra se caracterizó por su humor de buen gusto y su singularidad, dejando un buen sabor de boca y algo en qué pensar en sus espectadores.

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