Era el verano de 1836, el famoso biólogo inglés John R. Steinfield había pasado 4 meses en el pequeño pueblo de Krikkoshkov ( Криккошков) en el norte de Siberia. La única manera de salir y entrar al pueblo era por el ferrocarril de Krestov (Крестов) que iba de Krikkoshkov a Moscú.