- CDI
- ÁREAS DE INTERÉS
- Academias
- Juventud
- Beyajad
- FIT 00
- Galería Pedro Gerson y Terraza Kikar
- Auditorio Marcos y Adina Katz
- Biblioteca Moisés y Basi Mischne
- Ludoteca
- Fiestas Infantiles
- Jardín Weizmann
- AL-HA ESH, El Entrerriano
- Salón para Bodas y Banquetes
- Anúnciate en el CDI
- Enfermería
- Banca Mifel
- Salón de Belleza y Peluquería
- Restaurante
- Zona de alimentos
- SEDES
- EVENTOS ESPECIALES
- INSCRIPCIONES
- BENEFICIOS
- PUBLICACIONES
- BIBLIOTECA
Suscribete para recibir Newsletter
Recibe las últimas noticias en tu correo
La relación directa entre el agradecimiento y la salud mental
En la práctica clínica diaria, tanto en terapia individual como de pareja, observamos un fenómeno recurrente: la tendencia de la mente humana a fijarse en lo que falta, en lo que duele o en lo que no funciona. Este “sesgo de negatividad” es adaptativo en términos evolutivos (nos ayudó a sobrevivir detectando amenazas), pero en la vida moderna, a menudo se convierte en el motor de la ansiedad, la depresión y el conflicto relacional.
Es aquí donde interviene una de las herramientas emocionales más potentes y, a la vez, más subestimadas: la gratitud.
Desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), entendemos la salud mental como un equilibrio entre nuestros pensamientos (cogniciones), nuestras emociones y nuestras acciones (conductas). La gratitud es una herramienta emocional que opera en los tres niveles simultáneamente.
El mecanismo cognitivo: ¿Cómo “piensa” la gratitud?
La depresión y la ansiedad suelen estar cimentadas en distorsiones cognitivas. El “filtraje” (enfocarse solo en lo negativo), la “visión de túnel” o la “minimización” de lo positivo son patrones comunes.
La gratitud funciona como un faro cognitivo. No se trata de negar el dolor o la dificultad —eso sería invalidación—, sino de ampliar activamente el foco para incluir también lo que sí funciona, lo que se valora y lo que se ha recibido.
Practicar la gratitud es, en esencia, un ejercicio de reestructuración cognitiva.
Obliga al cerebro a buscar evidencia que contradiga la narrativa de carencia o desesperanza. Cuando un paciente deprimido logra identificar tres cosas por las que está agradecido al final del día (aunque sean tan básicas como “una cama cómoda” o “una comida caliente”), está entrenando activamente a su cerebro para salir del surco cognitivo negativo.
La activación conductual: Más que un sentimiento, una acción
En la TCC, sabemos que no podemos esperar a “sentirnos” bien para empezar a actuar. A menudo, la acción precede a la emoción. La gratitud no es solo un sentimiento pasivo; es una práctica conductual.
Las intervenciones clásicas de la psicología positiva, como el “diario de gratitud” o la “carta de agradecimiento”, son formas de activación conductual.
1. El diario de gratitud: El acto físico de escribir (la conducta) refuerza la cognición (el recuerdo de lo bueno), lo cual impacta directamente en la emoción (aumento del bienestar).
2. La expresión de gratitud: Decir “gracias” de manera específica y sentida a otra persona modifica nuestro comportamiento social. Salimos del ensimismamiento (común en estados depresivos) y nos conectamos con el exterior.
Este cambio conductual genera un feedback positivo: la persona que recibe la gratitud suele reaccionar positivamente, reforzando nuestro propio bienestar y mejorando la conexión social, un pilar fundamental de la salud mental.
La perspectiva sistémica: La gratitud como pegamento
relacional
Aquí es donde mi formación en Terapia Familiar y de Pareja se vuelve crucial. La gratitud es, quizás, el antídoto más poderoso contra el deterioro relacional.
El Dr. John Gottman, uno de los investigadores más importantes en el ámbito de las parejas, identifica el desprecio como el principal predictor del divorcio. El desprecio es la antítesis de la gratitud; es la expresión de la decepción cronificada.
La gratitud, en cambio, construye lo que Gottman llama la “cultura del aprecio”.
• En la pareja: Cuando las parejas dejan de notar activamente las pequeñas cosas que el otro hace bien (un café preparado, escuchar un problema del trabajo) y solo se enfocan en los fallos, la relación entra en terreno peligroso. La práctica de la gratitud “escanea” el entorno buscando lo positivo del otro. Expresar aprecio (“gracias por encargarte de la cena, sé que estabas cansado”) valida al otro y refuerza el vínculo.
• En la familia: Un sistema familiar que practica la gratitud modela resiliencia en los hijos. Les enseña a valorar los recursos (emocionales y materiales) y a reconocer la interdependencia, en lugar de crecer con un sentido de “derecho” o “carencia perpetua”.
La gratitud como herramienta psicológica
La gratitud no es una solución mágica ni un sustituto de la terapia o la medicación cuando estas son necesarias. Sin embargo, es una herramienta accesible, gratuita y con una sólida base empírica.
Como psicóloga clínica, veo la gratitud como un ejercicio de salud mental. Al igual que el ejercicio físico fortalece el cuerpo, la práctica deliberada de la gratitud fortalece la mente. Nos entrena para encontrar la luz, incluso en momentos de oscuridad; nos reconecta con nuestros recursos internos y, fundamentalmente, nos recuerda que no estamos solos en nuestro viaje.
La salud mental no es la ausencia de problemas, sino la capacidad de encontrar significado y bienestar a pesar de ellos. La gratitud es una de las rutas más directas para lograrlo.
Si requieres apoyo, comunícate a Maayán Hajaim al 55 1292 9391.







