Las autolesiones, son una de las conductas patológicas más complejas de entender
ya que no constituyen un trastorno en sí mismas, sino más bien es una conducta asociada a varios trastornos como lo es el trastorno límite de la personalidad, la depresión, ansiedad y trastorno por estrés postraumático; por lo que puede considerarse como una manifestación temprana de algo más serio, o letal como el suicidio.
La Sociedad Internacional para el Estudio de las Auto Lesiones, define a éstas como un acto deliberado que destruye o altera el tejido del cuerpo, dejando una marca que dure al menos una hora.
Se la define como una conducta repetitiva que intenta aliviar el dolor emocional y la tensión fisiológica provocada por emociones intolerables; no es un intento de suicidio, pero está estrechamente relacionada con una deficiencia de habilidades para regular las emociones y gestionarlas.
La persona que se autolesiona considera que, el hacerse daño es una alternativa para manejar emociones o situaciones que le son intolerables.
Estudios en adolescentes mexicanos de educación media básica han encontrado que poco más del 45% de los estudiantes se han autolesionado alguna vez en la vida y de estas dos terceras partes refiere que su primera autolesión ocurrió entre los 11 y los 13 años. La persona que se autolesiona no tiene la intención de quitarse la vida.
Es un método de manejo del dolor emocional que le permite evitar emociones y seguir funcionando. En este sentido es importante establecer que las autolesiones no son lo mismo que el intento de suicidio, sin embargo, guardan una relación estrecha.
El principal criterio que distingue a las autolesiones del suicidio es la ausencia de intención de provocar la muerte, es decir, más que buscar su resultado letal es un medio para manejar los estados afectivos negativos. Otras características son que el resultado de las autolesiones es esperado, por lo tanto, las conductas de riesgo como conducir a exceso de velocidad y conductas sexuales de riesgo quedan excluidas. También resultan en daños físicos inmediatos y no de largo plazo, como el caso del exceso en consumo de drogas; también hay que resaltar que las autolesiones no son culturalmente aceptadas, como algunos ritos religiosos, los tatuajes y las perforaciones. Las autolesiones tienden a ser más crónicas, con tasas bajas de mortalidad, mientras que el suicidio incluye conductas más letales como el envenenamiento, la asfixia o el uso de armas de fuego.
No obstante, a pesar de las diferencias, las autolesiones y el suicidio tienen una relación muy puntual. Las personas que de manera crónica están expuestas a estímulos atemorizantes y eventos estresantes que incluyen el dolor físico (como las autolesiones), terminan por desarrollar habituación a estos, es decir, pierden miedo a lesionarse, lo que favorece que, si desean atentar contra su vida, sean capaces de involucrarse en conductas auto dañinas más letales.
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