//Rav Jonathan Gilbert
Si bien los sueños del ‘Chicharito’ Hernández no lograron materializarse, al menos la frase que por escasas horas emocionó a todo un país queda como símbolo de optimismo y esperanza.

Pero, ¿de qué sirve la inspiración cuando el resultado no es el esperado? ¿Acaso la decepción no es el hijo indeseado de las expectativas? Y si es así, ¿no resulta más riesgoso soñar que no hacerlo?
De ninguna manera. Un gran sueño, decía Goethe, es lo único capaz de movilizar el corazón del hombre. La alternativa al riesgo al fracaso es el fracaso seguro. Nada que valga la pena comienza sin un proyecto, y cualquier proyecto es tan solo el mapa trazado hacia la consecución de un sueño.
El Talmud dice que en el día de Rosh Hashaná, el Creador del mundo se sienta con tres libros abiertos en los cuales determina varios aspectos cruciales para el año que comienza. Erróneamente, suponemos que la naturaleza de dichos decretos depende exclusivamente de nuestros buenos o malos actos. En realidad, depende más de nuestros sueños. ¿Cómo funciona?
El Todopoderoso creó un sistema en el cual el ser humano es socio activo de la creación. Para ello, es requisito que trabajemos en conjunto para arreglar un mundo imperfecto, para hacer Tikun Olam. Y para eso, se necesitan grandes recursos: salud, sustento, inteligencia, familia.
Así, en Rosh Hashaná, más que suplicar por un año, presentamos un plan de trabajo. Presentamos nuestros sueños al Creador, y pedimos los recursos necesarios para lograrlos. Por eso, estas semanas más que nunca, es necesario que imaginemos cosas #@%&!
¡Lo esperamos este 5 y 6 de septiembre en el Minian CDI, de 17:40 a 18:40 horas!
En Rosh Hashaná trabaja por tus sueños y hazlos realidad.

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