El coloso de Reforma, mejor conocido como el Auditorio Nacional, se vistió de luces el día 21 de julio de 1979,
al albergar en su interior a más de cinco mil asistentes para un evento magno de la Comunidad Judía de México, aquí se realizó la Inauguración de los IV Juegos Macabeos Panamericanos, organizados por nuestro país, siendo la primera vez que México fue sede de dicho evento de gran importancia para toda la Comunidad.
El recinto se vistió de luces al recibir atletas provenientes de diversas partes del globo terráqueo, quienes contenderían para alcanzar un lugar en el podio de ganadores y demostrar su gran fortaleza deportiva, llevándose la gloria a su país de origen.
El Auditorio Nacional es uno de los íconos más importantes del país, vio desfilar a las delegaciones y escoltas que portaban orgullosos sus banderas, personalidades como: el Ing. Moisés Weinstock, Presidente del Consejo Directivo del CDI, el Excmo. Embajador de Israel en México, el Sr. Shaul Rosolio, el Ing. Ishie Gitlin, Presidente del Comité Ejecutivo del CDI, el Ing. Yoshua Kipnis, Presidente del Comité Organizador de los Juegos Macabeos Panamericanos, el Dr. Israel Peled, Presidente de la Unión Mundial Macabi, el Dr. Marcos Arbaitman, Presidente de la Confederación Latinoamericana Macabi, y el Lic. Juan González A. Alpuche, Secretario del Consejo Nacional de Turismo, entre otras múltiples personalidades.
La ceremonia inició puntual con las palabras de la mesa de honor, para pasar al acto solemne del Encendido de Pebetero Olímpico, sinónimo de unión mundial a través de las diversas disciplinas deportivas que participarían durante la IV emisión de los Juegos Macabeos Panamericanos, quien fue el encargado de dicho honor fue el atleta Bernardo Karchmer, quien previamente recorrió los pasillos del Auditorio Nacional, donde los presentes se llenaron de emoción al ver el fuego olímpico en México.
Así prosiguió la fiesta, una gran muestra de cultura encabezada por el Ballet Folklórico de la UNAM, hizo gala de la presencia de la vasta cultura de los mexicanos a través de las puestas de bailes que fueron admiradas por los presentes, nacionales y extranjeros, y quienes se llenaron de orgullo al decir “esto es mi país, mi tierra, mi México”.
Así, los gritos, las porras, los cantos de júbilo no se hicieron esperar por los presentes del Coloso de Reforma, que se vistió de diversión y de unión deportiva; y la Delegación Mexicana no se pudo hacer callar, al grito de “¡México, México!” hizo temblar el recinto, que se inflamó de orgullo, y la primera vez que nuestro país recibe a atletas de todo el mundo durante la celebración de los IV Juegos Macabeos Panamericanos de 1979.
Gratos recuerdos.