El primer acto

de persecución contra los judíos por parte de Adolf Hitler tuvo como resultado la muerte de 90 personas y el destrozo de viviendas, comercios y sinagogas. Cómo lo reflejaron los medios de la época.

Cuando su familia fue deportada, en 1938, Herschel Grynszpan, un joven judío polaco exiliado en París, decidió hacer algo al respecto. Tomó una pistola, se dirigió a la embajada alemana y disparó cinco veces contra el tercer secretario de la legación, Ernst vom Rath, quien agonizó por las siguientes 48 horas, hasta su muerte. Ese mismo día, los nazis lanzaron un pogromo contra los judíos de Austria y Alemania; ostensiblemente en represalia, pero, en rigor, lo usaron como pretexto para una campaña de violencia judeofóbica que llevaban largo tiempo planificando.

Ciudadanos judíos, sus sinagogas y sus propiedades fueron atacados. La imagen de los millares de pedazos de vidrios que quedaron esparcidos le valieron un nombre a esa noche oscura: Kristallnacht, La noche de los cristales rotos. Junto con los vidrios, fueron astilladas también vidas. Noventa y un judíos fueron asesinados y otros treinta mil fueron enviados a campos de concentración (la mayoría serían liberados en las semanas siguientes).

El pogromo se llevó a cabo en coincidencia con dos fechas nacionales relevantes: el Día de los Testigos de la Sangre, que honraba a mártires nazis, y el aniversario del nacimiento de Martín Lutero, teólogo cristiano, reformador religioso y agitador antisemita del siglo XVI. Al finalizar la devastación, cien mil alemanes se reunieron en Nuremberg para festejar la ocasión.

Dos días más tarde, los nazis impusieron una multa de mil millones de marcos a la comunidad judía para pagar los daños que ella misma padeció. Tres días después, los niños judíos fueron echados de las escuelas alemanas. Finalmente, los nazis determinaron la expulsión de los judíos de la economía, la sociedad y la cultura alemana.

La prensa internacional frente a la tragedia

¿Cómo cubrió la prensa internacional estos dramáticos acontecimientos? Christoph Kreutzmüller y Bjoern Weigel dedicaron un ensayo a analizar este asunto, contenido en un libro bilingüe (en alemán e inglés) de reciente publicación y distribución global por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Federal de Alemania. Con el título Desde el interior hacia el exterior. Los pogromos de noviembre de 1938 en los informes diplomáticos desde Alemania, la publicación documenta una exhibición presentada inicialmente en la Nueva Sinagoga de Berlín y luego presentada por todo el mundo.

Diarios de Asia recogieron la noticia a partir del 11 de noviembre; incluso diarios de Japón, una nación aliada a la Alemania nazi. Asahi Shimbun y Yomiuri Shimbun, los dos más leídos en Tokio, informaron sobre las manifestaciones antijudías en Alemania. El primer reporte al respecto en China apareció en el Shen Bao, en una cobertura que contenía una nota, acompañada de una foto de Adolf Hitler, que se preguntaba cuánto tiempo duraría su Gobierno. En Indonesia (entonces una colonia holandesa conocida como Indias Orientales), el Bataviaasch Nieuwsblad reportó acerca de los “horribles pogromos a lo largo y ancho de Alemania”.

La prensa europea estaba alarmada. En Holanda, el Algemeen Handelsbladtitulaba: Una de las páginas más oscuras en la historia del Tercer Reich y el Telegraaf alertaba: Atroz espectáculo en Berlín. En Bruselas, Het Laatste Nieuws informó: Sinagogas fueron incendiadas en Alemania, en tanto que el Times de Londres publicó un artículo sobre el papel de las juventudes hitlerianas en el pogromo bajo el título La orgía de la juventud hitleriana.

En sentido opuesto, el diario italiano La Stampa reportó sobre las reacciones espontáneas, legítimas e incontrolables del pueblo alemán al atentado judío, lo cual armonizaba con la posición oficial de la Italia fascista de Benito Mussolini.

La prensa en la Unión Soviética informó extensivamente sobre la Kristallnacht y deploró las acciones de los nazis. El diario moscovita Izvestia —publicación oficial del régimen comunista— publicó caricaturas que presentaban a los nazis con puñales ensangrentados y sus bolsillos llenos de objetos valiosos. El Leningradskaya Pravda publicó un discurso del compositor Dmitri Shostakovich que condenaba el monstruoso barbarismo y los crímenes horrendos contra los judíos. Todo lo cual era bastante cínico. Tras la revolución bolchevique de 1917, nacionalistas ucranianos, funcionarios polacos y soldados del Ejército Rojo efectuaron terribles pogromos antijudíos y, de hecho, pogrom es una palabra rusa que significa ‘causar estragos, demoler violentamente’; término acuñado para referir a los agresiones judeófobas en el Imperio ruso y en otros países.

Hubo algunos desaciertos en la cobertura, posiblemente atribuibles a las dificultades de reportar desde Alemania o a algún sesgo editorial. El Daily Mail aseguró que los perpetradores actuaron desoyendo las órdenes del Ministerio de Propaganda del Reich, lo cual era falso, y el Petit Journalinformó que la situación está calma nuevamente, aun cuando el vandalismo duró varios días y miles de judíos fueron enviados a campos de concentración. El New York Times describió la actitud del público alemán como no enteramente simpatizante con las acciones de los nazis, aunque la cantidad de alemanes que participó en los saqueos aquella noche podía refutar esa aseveración.

Increíblemente, los dueños judíos del New York Times, las familias Ochs-Sulzberger, minimizaron la cobertura de prensa del Holocausto por temor a que el diario fuese acusado de ser un medio parcial projudío. En su centenario, en 1996, el New York Times publicó una lacónica disculpa por ello: “El Times durante mucho tiempo ha sido criticado por groseramente infravalorar el Holocausto, mientras que este tenía lugar. Los recortes del diario muestran que la crítica es válida”.

Propaganda y censura

Por su parte, los nazis buscaron influir sobre los reportes de los medios masivos de comunicación foráneos. El 10 de noviembre, el Ministerio de Propaganda invitó a los corresponsales extranjeros a una exhibición de la película antisemita Der ewige Jude (El judío eterno), con la que pretendió justificar los ataques. Al día siguiente, Joseph Goebbels convocó a los periodistas a una conferencia de prensa en la que negó que la población judía hubiera sido abusada y atribuyó a las agresiones un carácter espontáneo. Finalmente, las autoridades del Reich prohibieron casi todas las corresponsalías en Alemania.

Los nazis no impusieron una veda anticipada a la toma de fotografías durante la Kristallnacht, pues ello hubiera significado una admisión de planeamiento, pero instruyeron a la Policía a que impidiese ello. Tal cosa quizás explique la razón por la cual apenas alrededor de treinta fotos sobrevivieron para documentar en imágenes lo ocurrido. Una de ellas se hizo famosa en el mundo libre. Enviada a Copenhague por carga aérea el 10 de noviembre por Günter Buekert, jefe de los servicios fotográficos de Associated Press, muestra la devastación de los negocios judíos en Kurfürsterdamm, el bulevar de moda de Berlín.

Fuente: www.unidosxisrael.org

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