El arte toma cientos de formas y se expresa a través de quienes lo viven. Del mismo modo, vivir el arte se traduce en varias y diversas formas que cada persona es capaz de elegir dependiendo de cuál sea su disposición.
Así en la danza, como en las otras manifestaciones, sus elementos como la coreografía, la música, el vestuario pueden llegar a ser entrañables. Tal es el caso de la compañía de danza Anajnu Veatem que luego de una larga y fructífera trayectoria celebra en grande sus primeros 50 años. Y como parte de esa celebración da a conocer a nuestra Comunidad el libro Anajnu Veatem 50 Años de Sheejeyanu.
Ante un grupo de personas entusiastas, el domingo 26 de febrero, Plaza Macabi fue un marco extraordinario para la danza judía. Quienes dirigieron el evento fueron personalidades que habían formado parte de esta compañía de danza y que, con singular alegría y llenos de orgullo, explicaron en tres fases de qué manera estaba conformado el libro.
Gracias al milagro de compartir, este sueño ha llegado tan lejos y se colma de gratitud a las personas que merecen ser mencionadas como parte importante de este homenaje a la historia de la compañía. Alan Bratt tomó la palabra para saludar a los asistentes, darles la bienvenida al evento y expresó: “50 años de ser familia, de tradición, de cultura, de bailar al ritmo del folklore judío, interpretar mediante la danza contemporánea, la cultura de nuestro pueblo, porque para aquellos que vivimos a Anajnu Veatem corriendo por las venas y marcado en las plantas de los pies, hoy 50 años son mucho más que un solo número”.
Inmediatamente, se tuvo la oportunidad de escuchar en las palabras de Lia Galván, representante del elenco actual de Anajnu Veatem, en una carta que fue dedicada al maestro fundador y leyenda Carlos Halpert:
“Nada nos gustaría más que estuvieras aquí a nuestro lado para festejar los cincuenta años de este hermoso sueño que creaste, pero queremos que te quedes tranquilo. Queremos que sepas que la familia Anajnu Veatem está bien y más fuerte que nunca”.
Por su parte, David Attie, miembro del Consejo Anajnu Veatem, quien es el productor ejecutivo del libro, condujo el programa dado la palabra a los oradores. Ilana Wolff realizó la edición y la investigación de la obra contó que: “Desde las entrevistas, la sensación, las emociones que brotan; se meten a la historia y se hacen parte del grupo, fue muy emocionante. Lo agradezco infinitamente”. También se contó con la presencia de Ita Bercovich, quién escribió los textos que aparecen en el libro. Nos regaló unas bellas palabras en donde cerró con una cita de Carl Sagan, que define perfectamente lo que esta obra significa y que nos dice: “Un libro se hace a partir de un árbol.
Es un conjunto de partes planas y flexibles (llamadas todavía “hojas”) impresas con signos de pigmentación oscura. Basta echarle un vistazo para oír la voz de otra persona que quizás murió hace miles de años. El autor habla a través de los milenios de modo claro y silencioso dentro de nuestra cabeza, directamente a nosotros. La escritura es quizás el mayor de los inventos humanos, un invento que une personas, ciudadanos de épocas distantes, que nunca se conocieron entre sí. Los libros rompen las ataduras del tiempo, y demuestran que el hombre puede hacer cosas mágicas.”
Por último, enriqueció y reforzó la idea el Mtro. Enrique Chmelnik, Director del Centro de Documentación e Investigación Judío de México (CDIJUM), quien, a pesar de no haber formado parte de la compañía, sí tuvo la fortuna de haber compartido esta etapa de la mitad del centenario. Habló acerca del anhelo indudable de haber pertenecido al movimiento, tras haber conocido el trabajo tras bambalinas. En sus palabras: “Quizás lo más significativo para mí de este libro fue el haber descubierto que Anajnu Veatem tocó de la manera más profunda, de la manera más sensible a cada una de las personas de la agrupación…, no puedo negar que cualquiera que lea esta historia sienta el anhelo de pertenecer a la compañía”.
Conforme avanzaba la ceremonia, las emociones también fueron apareciendo con el intercambio de las experiencias que se vivieron para poder darle vida y forma al proyecto, frutos de la conversación. Al terminar con la primera parte, fue un regocijo para la audiencia poder mirar un video resumen de la Función del 50 Aniversario.
El Lic. Isaac Podbilewicz, miembro de Anajnu Veatem, tomó el micrófono para presentar un video de la incorporación del Archivo Histórico de Anajnu Veatem al CDIJUM. Más de 500 bailarines de cinco décadas conforman la familia de Anajnu Veatem, más de mil funciones en teatros, plazas, televisión, explanadas, eventos, festivales a lo largo de la República Mexicana y de otros países donde nos hemos presentado y hemos representado a la historia y al bagaje cultural del pueblo judío a través de sus músicas y danzas. Finalizó brindando reconocimiento y más sincero agradecimiento al CDIJUM por recibir con todo entusiasmo el baúl de memorias y recuerdos de 50 años de vida de la compañía.
Una de las personas con más trayectoria y compromiso en esta celebración de diez lustros de Anajnu Veatem, es el Arq. Roberto Salomón, integrante del grupo desde 1976, quien recibió la ovación de la audiencia y el reconocimiento de los ex miembros de la compañía. Visiblemente emocionado, Salomón suscribió las palabras de halago por los 50 años de la compañía y pronunció unas palabras en las que dijo que: “Somos un solo corazón, una sola familia. La verdad es que ese es el truco de Anajnu Veatem. Sí, somos una Institución; sí, hemos tenido un gran recorrido; muchas experiencias que nos unen, pero somos una sola familia, un solo corazón y esa es la única explicación que pudiera yo dar para que hoy, después de 50 años que se pasaron muy rápido estemos aquí festejando otra vez”.
Antes de dirigir al público al lobby del Edificio Social Samuel Dultzin, a la Exposición fotográfica de la Función del 50 Aniversario Sheejeyanu por el fotógrafo Carlos Alvar, se llamó a Guillermo Treistman, miembro del Consejo de Anajnu Veatem, a la tarima para que dirigiera unas palabras en este evento y para presentar la nueva producción del video de la coreografía “Un poco de lo nuestro”. Este fue uno de los momentos más emocionantes, ya que se dio a la tarea de contar la historia del video. Platicó cómo surgió la petición hacia él de fusionar los estilos de la cultura mexicana y de la cultura judía, así como lo rebuscado que resultó en un inicio tal petición de transformarlos y unirlos en uno, para que pudieran dar paso a una pieza maestra que resultó en un clásico de la compañía y un espectáculo inigualable.
Treistman invitó al maestro Carlos Oliver para que lo acompañara en la narración de la historia de los arreglos de la pieza musical “Un poco de lo nuestro”, que fusiona los estilos judío y mexicano, y tuvo la visión para convertirla en una melodía. El acompañamiento de Oliver resultó en un regocijo completo que abrió el camino al final del evento.
Además del maestro Oliver, Sara Salomón también subió al escenario para explicar el proceso creativo en la elaboración del vestuario que fue un elemento imprescindible en el concepto general. En la presentación del video “Un poco de lo nuestro”, pudimos presenciar a Pepe Gordón en el inicio de la transmisión, quien obsequió unas palabras poéticas de lo que significa la unión de los dos pueblos y la expresión de esta unión en esta pieza sublime.