Desde que empezaron a regresar los judíos a Palestina, en tiempos modernos, no se ha hablado el idioma que hemos adquirido en el Galut, durante nuestra larga peregrinación por países europeos, desde los asentamientos que se hicieron en ambas riveras del Río Rhin y es un producto del “Hochdeutsch” y la necesidad de tener un idioma para comunicarse entre los judíos que vivían en Alemania, Polonia, Ucrania, hasta en Lituania. Aparentemente esto sucedía alrededor de los años 1200 y 1500 de la Era Actual.
Desde luego el idioma Yidish se fue formando poco a poco, por necesidades creadas en aquella época. Los mismos judíos escogieron que el nuevo idioma sería escrito en caracteres hebreos, que les eran conocidos.
Cuando los judíos regresaron a Palestina, muchos llevaron el idioma Yidish desde su tierra natal.
Hoy sabemos que la Primera Aliá, formada por estudiantes universitarios de Odessa y de otras ciudades del Imperio Ruso, hablaron ruso en las primeras edificaciones agrícolas de Petaj Tikva, a falta de conocer otro. Los de la Tercera y Cuarta Aliá hablaban sobre todo el Yidish entre ellos ya que la mayoría venía de Polonia. Ellos formaron la Histadrut.
Todos se esforzaban por aprender de alguna manera algo de hebreo, pues era una de las maneras de renovarse y vivir la vida de un judío que trabajaba la tierra. Era parte integral de una vida nueva.
Esos primeros inmigrantes hicieron todo lo posible para hablar el Ivrit, lo mejor y lo antes posible. Con la inmigración de los sobrevivientes del Holocausto entre 1945 y 1948, que hablaban en Yidish porque lo oyeron de sus padres o bien porque lo estudiaron, hubo un renovado interés por este idioma del Galut, en Palestina, territorio que después se convirtió en el Estado de Israel.
Aparentemente fomentado por el gobierno de David Ben Gurión, hubo necesidad de organizar “Hecklers” para irrumpir en reuniones de judíos recién inmigrados que llevaban sus actividades culturales en Yidish, con gritos de “Rak Ivrit”.
Existían temores de que alguien iba a imponer el idioma Yidish a otros inmigrantes de cultura totalmente diferente como los Olim de África del Norte o de Taimanim, para los cuales el Yidish era extraño y desconocido.
Creo que estos temores siempre fueron irreales. Es una lástima que el Yidish, un tesoro de los judíos europeos, hoy ni siquiera sea enseñado en alguna escuela en la patria judía recuperada después de 2000 años de Golah.
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