Los medios de comunicación y ahora con más ingerencia, las redes sociales e Internet, han provocado un grave incremento de los fenómenos sociales que impactan a las generaciones más vulnerables. Cada vez es más notorio ver el adelanto de las facetas sexuales en niños y sin duda en adolescentes, que pretenden comportarse como adultos y buscar experiencias que no son acordes a su edad, a sus cuerpos y a sus mentes.

A últimas fechas, una gran preocupación de los padres, de las instituciones educativas y de la sociedad en general, es una constante en la pérdida de valores, que se debe a un amplio rango de factores, pero sin duda sobresalta, lo que tiene que ver con estímulos que vienen de múltiples mensajes que se reciben en donde el sexo se convierte en un asunto prioritario en la obtención de plenitud y felicidad para quien lo ejerce, sin importar el propio cuidado que la persona debe tener para sí misma, lo que implica un nuevo patrón que muestra la exaltación de la sexualidad, provocado por una sociedad de consumo, que utiliza un alto poder de persuasión para que niñas o niños de 5 a 13 años se comporten como adultos, luciendo moda y seducción como medio para demostrar sus cualidades físicas.  Esta precocidad en manifestaciones sexuales, son producto de la alta estimulación del campo social que no corresponde a los deseos lógicos apropiados a sus edades, sino al abuso que sufren los menores, y que se convierte cada vez más en un hecho extremadamente grave y peligroso, porque a futuro estas niñas y niños van evolucionando en su desarrollo con mucha fragilidad, vacío y soledad.

Este modelo actual, puede traer serias consecuencias en la vida de los pequeños, tanto en la salud como en la autoestima. A veces, aparecen algunos trastornos alimenticios que llegan ya en la niñez o preadolescencia, como la bulimia o la anorexia: para poder seguir modas se adoptan conductas que atentan contra la salud física y emocional, en el ámbito de su identidad femenina o masculina, a la desilusión, porque no son capaces de vivir su historia de fantasía con el príncipe azul o con la escultórica princesa creada por el consumismo.

Es fundamental, que las madres sean conscientes de que ellas son el principal modelo femenino de sus hijas e hijos, y que si ellas se liberan del patrón de hipersexualización, estarán liberando también a sus hijos y respetando su infancia. Del mismo modo, el papel de los padres como figura masculina de referencia, también es fundamental. La forma de valoración del padre a las mujeres y a los hombres, es captada como modelo de valoración del sexo opuesto o del propio en general. Si el padre se refiere a su madre, o a las mujeres que ve en televisión, como mujeres-objeto, daña e influye negativamente en la autoestima de sus propios hijos.

El primer paso, es detectar esta faceta en uno, después identificar si somos esos padres permisivos, que dejan que los hijos reciban lo que el sistema de consumo impone como el camino para obtener felicidad. 

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