La festividad de Janucá (de la inauguración o reinauguración)
se festeja a partir del día 25 del mes de Kislev, noveno mes del calendario hebreo según el conteo bíblico, durante ocho días y que generalmente cae en el mes de diciembre del calendario gregoriano. En esta ocasión se festeja la victoria de los rebeldes Macabeos (Hasmoneos) sobre los griegos y la recuperación de la autonomía politica y religiosa del Pueblo de Israel en Judea. Según la narrativa tradicional, en este día, las fuerzas macabeas recuperaron Jerusalem de manos de los griegos y sus cómplices judíos (Mitiavnim/Helenizados) y ‘reinauguraron’ los ritos en el Templo, que había sido saqueado, profanado y mancillado.
Fuentes y costumbres del Jag
La historia de la epopeya macabea, la encontramos escrita en los Libros de los Macabeos, que pertenecen a aquellos textos denominados apócrifos o externos. Estos libros fueron escritos en épocas cercanas a los hechos ocurridos, pero, que por diversos motivos no fueron incluidos en el Cánon Palestinense (que hoy en día conocemos como el Tanaj – Biblia o Antiguo Testamento). Es interesante resaltar aquí, que los Libros de los Macabeos I y II sí aparecen en la Septuaginta – versión judeo griega de la Biblia (Cánon Alejandrino) del siglo III a.e.c., más extensa y complete que la versión tradicional que conocemos, cuya compilación es previa al Palestinense y que fueron omitidos de esta última. Si bien hay menciones previas y poco detalladas sobre Janucá en el Tratado de Taanit y en la Mishna (siglos I – III de la e.c.), los preceptos de la festividad aparecen por primera vez en forma detallada y ordenada en el Talmud de Babilonia, texto canonizado a fi nes de siglo VI e.c., en donde se explicitan la mitzvá (precepto) del encendido de las velas de Janucá (una de las llamadas mitzvot de Rabanan) y la leyenda del milagro del jarrito con aceite para encender la Menorá, que alcanzaba para un día y duró ocho, ambas descritas en el Tratado de Shabat (21b) del citado texto.
Los Libros de los Macabeos I y II
Son libros históricos escritos aproximadamente en el siglo I a.e.c. (pocos años después de la rebelión) cuyos originales no fueron encontrados y solo se hallaron las versiones griegas de los mismos. En Macabeos I, el autor anónimo y simpatizante de la causa rebelde, narra el intento de helenizar por la fuerza a los judíos, por parte de Antíoco IV Epífanes, rey de la dinastía seléucida. Los judíos más fi eles a sus creencias no se resignan a dicha opresión (que de hecho consistía en la prohibición de la realización de ceremonias y ritos judíos como la lectura de la Torá, el descanso sabático o la práctica del Brit Milá) y se sublevan contra el dominio extranjero, conducidos por Matitiahu, de la familia de los Cohanim (familia sacerdotal tradicional), que vivía en la ciudad de Modiín. Al morir Matitiahu, los cinco hijos de éste: Yehuda (Hamacabi), Jonatán, Simón, Yojanan y Eleazar se convierten en los líderes de la resistencia contra los opresores. Macabeos II, a pesar de lo que pudiera imaginarse, no es la continuación de Macabeos I. En esta segunda parte, se narran parte de los acontecimientos que están contenidos en el primer volumen, pero su narrativa pasa más por la justifi cación teológica que por la descripción histórica. Ambos libros divergen en muchos aspectos y hechos, que se explican porqué los objetivos de ambos autores son diferentes y, esta parte se propone más exaltar al Templo de Jerusalem y menos relatar la rebelión macabea contra los griegos. Este último se centra en dos eventos centrales: la dedicación del Templo luego de su reconstrucción (Janucá) y el día de la victoria sobre Nicanor, el comandante del ejército griego (Día de Nicanor), fi esta que posteriormente fue anulada por caer el dia 13 del mes de Adar, día de Taanit Esther (ayuno de Esther) previo a la festividad de Purim.
Duración de los festejos
El segundo Libro de los Macabeos nos trae también una interesante explicación de porqué Janucá se festeja durante ocho días. Según este relato, es debido a que durante la época en que dominaron los griegos el Templo de Jerusalem, no se pudo festejar el Jag central de la época – Sucot (que dura ocho días) y por lo tanto la reinauguración del Templo debe durar este período, en su recuerdo. Por otro lado, el Tratado de Taanit los atribuye a los ocho días de trabajo que les llevó a los Macabeos, para purifi car y restaurar los elementos sagrados del rito en el Beit HaMikdash.
Otras costumbres del Jag
Perinola: (sebibon en hebreo, dreidel en yiddish) con la que los niños juegan y que en versión israelí, en sus cuatro caras tiene las letras hebreas Nun, Guimel, Hei, Pei, que son las iniciales de las palabras: Nes Gadol Haia Po (Un gran milagro sucedió aquí) y en su versión diaspórica las letras: Nun, Guimel, Hei, Shin, por: Nes Gadol Haia Sham (Un gran milagro ocurrío allá) Comidas fritas: se acostumbra también comer comidas fritas en aceite profundo como ser sufganiot (suerte de factura o masa), latkes o sfi ng, en recuerdo del milagro del aceite de la Menorá. Una costumbre más moderna, es la de dar Dmei Janucá (regalos, dulces o dinero) a los niños, ya más parecido a las costumbres navideñas.
Fuentes alternativas del festejo
Otras menciones de la festividad las podemos encontrar en fuentes antiguas como el Midrash Raba o el Tratado de Avodá Zará (idolatría) del Talmud, en donde podemos estudiar que Janucá, que cae generalmente a fines del mes de diciembre, es una manifestación de una festividad del solsticio invernal del Hemisferio Norte, que es la noche más larga del año y la fecha en donde los días terminan de acortarse y a haber más luz solar… el simbolismo de las velas que “vienen a expulsar la oscuridad” es más que interesante… Por otro lado, podemos también encontrar el transfondo agrícola de la festividad, como en la mayoría de las festividades del calendario hebreo. Esta es la época en que se termina la recolección de los frutos de los olivos en Eretz Israel y cuya mención la encontramos en el Tratado Bikurim 1:6 de la Mishná, en donde Janucá era la fecha última para traer las primicias que fueron recolectadas desde Sucot, y que por lo visto en esta fecha se festejaba una antigua Festividad del Aceite que se conmemoraba con el encendido de luminarias con aceite de oliva (!) y que data de la época del Primer Templo, pero que fue reinterpretada y absorbida por Janucá, a partir de la epopeya macabea posterior. Otra fuente interesante para consultar, pero sobre la cual no profundizaremos, es el historiador judío Flavio Josefo que vivió en el siglo I e.c. Este relata en su libro Antigüedades judías XII, como el victorioso Yehuda HaMacabi ordenó, luego de reconsagrar el Templo de Jerusalem, que todos los años se celebrase el importante evento durante ocho días. Josefo llama a estos festejos el Festival de las Luminarias.
A modo de conclusión
Como vemos en este ejemplo de la festividad de Janucá, el judaísmo y sus festividades son el resultado de largos y complejos procesos históricos, culturales, literarios, sociales y religiosos, que se van conformando con el transcurso del tiempo y no un evento instantáneo, milagroso y único que pasó una vez allá en la historia y que así quedó congelado para el resto de la eternidad. La cultura judía creada y recreada constantemente por los judíos a través de las generaciones contiene la vitalidad, la creatividad y la sabiduría del constante cambio y adaptación a las épocas y las circunstancias en que los judíos se encuentran en cada momento histórico. Los festejos tradicionales de Janucá nos llegaron de una determinada manera, con sus costumbres y tradiciones. Cada quién sabrá como querrá festejarlo y recordarlo. Rescatar los valores, lo signifi cativo y lo relevante para cada judí@ moderno, es en defi nitiva lo que la cultura judía nos llama a hacer generación trás generación. ¡Jag Urim Sameaj!