Cuenta la historia, que por ahí de 1936, un cartonero de La Merced llamado Pedro
Linares cayó gravemente enfermo.
Se dice que, en cama e inconsciente, Pedro soñaba con un lugar extraño e interesante, muy apacible, algo así como un bosque en el que había árboles, rocas y animales; podía ver las nubes y el cielo de aquel mágico escenario. Él sentía que todo estaba en calma, no experimentaba dolor alguno y era feliz por estar caminando en ese lugar; sin embargo, de repente, las rocas, las nubes y los animales se convirtieron en criaturas extrañas; se trataba de animales que no podía distinguir porque eran de una naturaleza muy rara. Don Pedro vio un burro con alas, un gallo con cuernos de toro, un león con cabeza de perro. Todos esos animales gritaban al unísono una sola palabra: ¡Alebrijes! Gritaban más y más fuerte: ¡Alebrijes, alebrijes, alebrijes!
Pedro siguió su camino en aquel fantástico sueño, y mientras recorría un sendero de piedras vio a un hombre que caminaba tranquilamente y le pidió ayuda para salir de aquel lugar. El hombre le respondió que él no debía estar allí todavía, y que tenía que seguir andando pues a unos cuantos metros había una salida. Pedro corrió y corrió hasta que quedó frente a una ventana estrecha por la que apenas pudo escabullirse, momento en el que despertó. Pedro estaba totalmente recuperado y a partir de entonces empezó a recordar su sueño. Quería que su familia y todas las personas conocieran a esos animales fantásticos. Entonces, aprovechando su habilidad de cartonero, Pedro Linares tomó un pedazo de papel, moldeó esas figuras, las pintó igual a como estaban en sus sueños, y así les dio entidad a los alebrijes.
Hoy en día el Museo de Arte Popular organiza anualmente un desfile en el que se festeja tanto a Don Pedro como a su legado con Alebrijes monumentales de más de dos metros de altura, de todas las formas y colores, y que permanecen exhibidos para todo el público en fechas siempre cercanas al Día de Muertos. La Academia de Arte Mente en Expresión del CDI, participó este año por cuarta ocasión en dicho desfile con el alebrije KoKone, que en Náhuatl quiere decir “niños”, ya que ellos son los verdaderos creadores de esta criatura tan especial.
En el desfile nos acompañaron alumnos, hermanos, padres de familia, y hasta abuelitos de nuestro taller de Alebrijes, y fuimos parte del contingente que salió desde el Zócalo capitalino hasta la glorieta del Ángel donde Kokone permanecerá junto con los 200 alebrijes hasta el próximo 6 de noviembre. ¡No se lo pierdan!