El sevivón o dreidel (peonza o perinola) forma parte de la celebración de Janucá

en todo el mundo. No creas que se trata solo de un juego. El sevivón simboliza profundos conceptos espirituales y tiene una historia fascinante. Aquí hay ocho hechos poco conocidos sobre el sevivón.

Una explicación famosa de la conexión entre el sevivón y Janucá es que los niños judíos los usaron para desafiar los decretos del rey Antíoco contra el estudio de la Torá.

En el año 175 AEC, Antíoco Epifanes tomó el control del área que incluía lo que hoy es Siria, el Líbano e Israel, e instituyó duros decretos contra la vida judía. Bajo su reinado, los judíos tenían prohibido cuidar el Shabat y las festividades judías, les ordenaban comer alimentos no kasher, esperaban que idolatraran a los ídolos griegos y tenían prohibido enseñar y estudiar Torá.

Los padres y maestros judíos mantuvieron escuelas clandestinas. En el período de Janucá, la enseñanza era oral y estudiantes y maestros se reunían en escuelas secretas. Si los atrapaban, el castigo era la muerte.

Los estudiantes guardaban en sus bolsillos un juguete similar a un sevivón. Si los soldados griegos llegaban a sus escuelas secretas, los niños rápidamente sacaban los sevivonim y algunas monedas y explicaban que solo estaban jugando. Este truco permitió que una generación de niños judíos continuara estudiando Torá y viviera clandestinamente vidas judías.

Peonzas similares a los sevivonim eran populares en todo el Medio Oriente. Cada uno de los lados simbolizaba algo diferente, similar a los dados modernos, por lo que eran ideales para los juegos de azar. Los antiguos babilonios usaban bloques similares al sevivón para apostar: las imágenes de diferentes dioses simbolizaban que ganaban o perdían. Conozco una anciana judía que creció en Egipto y ella me contó que su comunidad tenía una tradición que se remontaba a muchas generaciones atrás, de usar huesos de animales para hacer sevivonim y otros juegos de azar.

Algunos historiadores creen que los antiguos soldados romanos llevaron estos simples juegos similares a los dados y que se hacían girar por todo el Medio Oriente e incluso a Inglaterra. Estos juegos eran sumamente populares y en la Edad Media los niños y adultos ingleses jugaban un juego similar al sevivón. Reflejando el origen romano del juego, las peonzas inglesas tienen en la parte superior las letras A, D, N y T. Estas representan las palabras latinas Aufer (“toma”, saca una moneda del pozo), Depone (“pone” una moneda en el pozo), Nihil (“nada”, ese turno no hace nada) y Totum (“todo”, gana todas las monedas del pozo). El juego se hizo popular como teetotum, una corrupción de la palabra latina Totum, que significa el giro más afortunado.

En el siglo XIX en los teetotum usados en Inglaterra e Irlanda por lo general las letras que aparecían eran P (por “put a coin”, poner una moneda), H (por “take half”, toma la mitad), N (“nothing”, nada) y T (“take everything” toma todo). El juego se difundió también en áreas de Europa que hablaban alemán, donde las letras fueron sustituidas por: N (“nichts”, nada), H (“halb”, la mitad), S (“stell ein”, poner) y G (“ganz”, toma todo). El nombre alemán para este juego popular era torrel o a veces trundl, que en alemán significa girar o rodar. El juego era popular entre los judíos que hablaban yiddish en Europa central y oriental, quienes cambiaron la pronunciación del nombre y se convirtió en dreidel.

Solían jugar alrededor de la época de navidad y, al parecer, también los judíos comenzaron a jugar al sevivón a mediados del invierno, cambiando las letras del alemán al hebreo: nun, guimel, hei y shin, en alusión a la frase Nes Gadol Haiá Sham, “un gran milagro ocurrió allí”, en referencia a los milagros de Janucá.

Las letras hebreas que encontramos en el sevivón, nun, guimel, hei y shin, no solo significan Nes Gadol Haiá Sham (un gran milagro ocurrió allí), sino que algunos eruditos señalan que también contienen significados más profundos.

El gran erudito jasídico Rav Tzvi Elimélej Shapiro (1783-1841) señaló que las cuatro letras del sevivón corresponden a los cuatro antiguos reinados que trataron destruir al pueblo judío sin tener éxito. La nun representa a Nebujadnetzar, el líder babilonio que destruyó el Primer Templo en Jerusalem. La guimel representa a Gog, Grecia, que trató de erradicar la religión judía en la época de Janucá. Hei representa a Hamán, el malvado ministro de la Persia antigua que quiso cometer un genocidio y exterminar a los judíos, y cuya derrota recordamos en la festividad de Purim. La shin representa a Seir, o la antigua Roma, que destruyó el Segundo Templo en Jerusalem y puso fin al gobierno judío en Israel durante casi dos mil años.

Otro entendimiento simbólico de las letras hebreas del sevivón alude a los aspectos divinos del ser humano. La nun alude al nefesh, el alma, la guimel al guf, el cuerpo, la shin es séjel, el entendimiento, y la hei, hakol, que significa todo, porque las otras tres letras constituyen las cualidades fundamentales de una persona.

En el pensamiento judío místico, Rav Tzvi Elimélej enseñó que estas cuatro partes de un ser humano corresponden con los reinados que trataron de destruirnos. Los babilonios destruyeron el Primer Templo y se llevaron cautivos a miles de judíos. Esto fue un ataque al guf, el cuerpo, de nuestro pueblo. Luego el imperio persa trató de seducir a los judíos con sus lujos, un ataque al nefesh, el alma del pueblo judío. Los antiguos griegos ofrecieron filosofías que competían con el judaísmo, intentando transformar a los judíos en personas asimiladas o helenizadas que sirvieran a los ídolos griegos y entendieran al mundo a través de la filosofía griega. Esto fue un ataque sobre el nefesh o el alma del pueblo judío. Finalmente, los antiguos romanos atacaron al pueblo judío usando los tres medios, asaltándolo de todas las maneras, hakol. Las letras del sevivón nos recuerdan todas las veces que los judíos fueron atacados.

Fuente: aishlatino

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