Siempre he creído que la música es muy poderosa, nos puede hacer estar felices, tristes, melancólicos, tranquilos, exaltados y provocarnos un sinfin de emociones al escucharla o tocarla.

Siempre he creído que la música es muy poderosa, nos puede hacer estar felices, tristes, melancólicos, tranquilos, exaltados y provocarnos un sinfin de emociones al escucharla o tocarla.

Hay personas que tienen una conexión muy especial con la música, que la sienten, la viven y la aman de manera muy profunda. Me parece que esto es algo con lo que algunos nacen, pero también se adquiere a medida que la vamos conociendo y entendiendo en toda su extensión, comprender sus pausas, sus notas, su ritmo, sus compases.

La música también nos proporciona habilidades además de las propias que se adquieren al tocar el instrumento que sea, hace que hagamos conexiones neuronales, que trabajemos en equipo al estar en un ensamble y formar una unión mágica de sonidos que son agradables al oído.

Por todo lo mencionado, es que siempre animé a que mi hija tuviera una cercanía con la música y tocara un instrumento, ella eligió aprender a tocar la guitarra, instrumento muy complejo para una niña de 6 años ya que además de que es un instrumento muy grande para su tamaño, también se necesitan desarrollar habilidades de motricidad, sin embargo, ella nunca desistió y con una convicción muy firme decidió que es el instrumento que quiere aprender a tocar.

En la Academia, mi hija ha descubierto lo divertida que es la música, y a pesar de ser compleja, esta feliz, ya que cuenta con maestros que la animan y le enseñan con amor y paciencia, ya que ellos saben que el aprendizaje de un instrumento es largo, pero con muchos frutos en el camino. Cada vez que ella llega feliz a casa porque aprendió una nota o un acorde nuevo o hasta a tocar una canción que le gusta, me doy cuenta de la decisión acertada de haber elegido la Academia de Música del CDI.

En una ocasión hubo una clase especial donde mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de ver y vivir de cerca lo que nuestra hija hace en clase, ese día ella se convirtió en la maestra y nosotros en los alumnos, nos enseñó a tocar unos acordes y la verdad es muy difícil, no me salió ni uno, pero la experiencia de verla feliz enseñándonos y ver su progreso fue maravilloso, estaba tan entusiasmada enseñándonos a tocar que yo sólo podía ver su cartita de felicidad al tratar de enseñarnos como tener esa conexión con la música y con el instrumento como ella lo tiene con la guitarra.

Agradezco a todos los involucrados en la Academia por hacer de esta ilusión de que mi hija toque un instrumento una realidad que en el camino a conseguirlo, está siendo muy fructífero y sobre todo divertido mi hija.

Fanny Rubinstein, mamá de Emma.

En alguna ocasión había escuchado sobre la Academia de Música y aunque me parecía una gran idea no había puesto mayor atención en ello.

Al entrar con mi hijo a la clase y tomar lo que podría decirse la primera clase, aproveché para pasear y ver los salones. Quedé sorprendida ya que no esperaba encontrarme con algo tan profesional, la estructura y la organización me encantó.

Al estar empapada un poco del tema, imaginaba que estarían enseñando, pero mi perspectiva cambió al estar ya tomando la clase, fui una alumna más. La forma tan dinámica en que enseñan cada concepto, con juegos y prácticas para que realmente se entienda y al final conecte con lo que es la música de una manera totalmente diferente, fue genial. La verdad salí fascinada y hasta aprendiendo nuevas cosas.

Sólo me queda decir que están haciendo un gran trabajo.

Susan Adissi mamá de Eithan

// Nurit Mendelsberg

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