Parte fundamental dentro de la educación judía es el análisis del Holocausto
. Crecemos con ideas de las monstruosidades de la Segunda Guerra Mundial, hacemos investigaciones profundas sobre nuestra ascendencia y guardamos un minuto de silencio en la ceremonia de todos los años. Hemos aprendido a guardar silencio en los discursos y prestar atención a los textos. Leemos diarios una y otra vez, visitamos museos, soñamos con aquellos dolores y rompemos el silencio ante aquellos que intentan socavarnos. Pero nada se compara con el acercamiento al lugar de lo acontecido. En nuestra Hajshará tuvimos la oportunidad de viajar a Polonia y hacer realmente un estudio de ello. No hay nada que pueda describir el dolor ferviente que hemos sentido. Generación tras generación visitamos aquellos campos helados y no dejamos de enredarnos entre tropiezos de pensamiento. Por eso mismo hemos hecho una convocatoria a macabeos y exmacabeos por igual. Mexicanos y extranjeros. Hemos recopilado diez reflexiones acerca de esto mismo esperando compartir con ustedes aquello que nos marcó. Recordamos generalmente estos eventos en masas, más cada historia tiene un nombre. Cada nombre tiene una historia. Cada hombre tiene un nombre. Igualmente los invitamos a visitar nuestra exposición y a participar con alguna memoria que gusten compartir. Ahí mismo podrán tomar el nombre de una víctima para hacerle memoria. ¡Jazak Ve’Ematz!
//Nicole Bratt