La práctica del yoga es milenaria. En occidente empezó a cobrar más popularidad desde hace aproximadamente cincuenta años,

y de manera más acelerada, en el presente siglo, cuando cada vez más practicantes comprobaron y se beneficiaron de sus bondades.
Practicar yoga no es solamente hacer ejercicios. Tampoco es meditar o entrar en estado de trance. Es una actividad que involucra el cuerpo, el alma y el espíritu, uniéndolos. El significado de yoga es unión (como en yugo).
Mediante la adopción de diversas posiciones corporales, llamadas ásanas y técnicas de respiración, se alcanzan niveles de relajación, flexibilidad y tranquilidad que benefician al cuerpo y la mente y mejoran nuestra salud en general, nuestro estado de ánimo, calidad de sueño y sensación de bienestar.
Practicar yoga no es exclusivo de un determinado rango de edad, sexo o condición física. Todos podemos practicarlo y beneficiarnos de esto. No requiere de aparatos, ropa o instalaciones especiales o costosas. Lo practican niños, mujeres embarazadas, atletas de alto rendimiento y personas de la Tercera, Cuarta y Quinta Edad. El célebre violinista Yehudi Menuhin, quien se volvió un fanático después de conocer a BKS Iyengar durante un episodio especialmente grave de jaqueca que estuvo a punto de impedirle presentarse en un importante concierto en la India, practicó hasta los 80 años de edad y decía, al terminar su sesión de la mañana que “había concluido la parte más importante de su práctica de violín diaria”.
Hay muchos tipos de yoga, siendo el más conocido el Hatha, que es el yoga de la actividad física. Dentro de este tipo, está el Ashtanga, que es de alto impacto y requiere de condición y fuerza físicas, el Bikram, que se realiza en cuartos a una temperatura de 40° C. y el Iyengar, que es el yoga de la precisión y el alineamiento.
En el CDI, el yoga ha sido una tradición. Se practica desde hace más de cincuenta años, pero en sus inicios, solo asistían mujeres, generalmente de edad madura. Se consideraba que no era una actividad propia de hombres.
Esto empezó a cambiar hace unos diez años y en la actualidad, vemos en las clases de yoga a igual número de hombres que de mujeres, ellas con muy atractivos atuendos.
Desde finales del año pasado comenzaron las clases en las magníficas instalaciones de Punto CDI Monte Sinai del Centro Comunitario Monte Sinai. ¡Esta es una magnífica opción para quienes viven por esa zona!
Las clases las imparte Esther Abadí, los martes y jueves de 8:00 a 9:00 horas, en uno de los salones anexos a la recién inaugurada Alberca Punto CDI Monte Sinai.
Las clases con Esther son muy amenas y efectivas. La mayoría de los asistentes no tenemos mucha experiencia, por lo que es un excelente momento para aquellas personas que quieren iniciarse en esta disciplina.
El tipo de yoga que ahí se practica es precisamente Iyengar, que es uno de los más amigables y placenteros.
Al terminar una sesión de alrededor de cincuenta minutos, en la que se adoptan varias posiciones con nombres en sánscrito de animales o plantas: “Perro mirando hacia abajo”, “La cobra”, “El árbol”, etcétera; se pasan los últimos minutos en la postura llamada Shavásana, que es placer puro, una sensación de descanso profundo al que no se puede llegar más que después de la práctica previa, después de que se sienten con las pilas totalmente cargadas y sale uno listo a pasar el mejor de los días.
No se pierdan la oportunidad de conocer y experimentar algo que ha mejorado la vida de millones y lo sigue haciendo.
¡Namasté!

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