Por fin nos llega la oportunidad de presentar
nuestro documental a la gente joven. Era algo que habíamos estado buscando y gracias al interés de Macabi y de la Juventud CDI se hizo posible.
La función estaba programada a las 9:00 horas el jueves 20 de octubre. Llegamos al Auditorio Carlos y Tere Metta de PUNTO CDI MONTE SINAI a las 8:15 para hacer las pruebas de audio e imagen. Estábamos inquietos y nerviosos, ya que teníamos muchas expectativas de esta proyección tan especial. Creemos que este trabajo tiene un potencial muy grande para la educación y reflexión, especialmente para los jóvenes. Ya una semana antes habíamos hecho una función especial para directores y maestros de los Colegios de la Red Judía, para que se pudiera pasar a los jóvenes de Preparatoria. Fue muy bien recibida por ellos y planean pasarlo a sus alumnos.
Son las 8:45 horas y los jóvenes Macabeos y de Juventud empiezan a llegar. Se siente un ambiente a la entrada del Auditorio de emoción y expectativa por ver el documental. Algunos adultos, invitados por nosotros y otros atraídos por lo que la gente ha opinado del documental, llegan también.
A las 9:00 horas se abrieron las puertas y el auditorio se empieza a llenar. Hay alrededor de 160 personas, madrijim de Macabi, janijim de Secundaria y algunos muchachos de Juventud empiezan a ocupar sus lugares.
A las 9:15 horas comenzamos. Alex Goldberg de Juventud y Paula Tussie, Rosh Macabi, dan las palabras de bienvenida y yo, agradezco la oportunidad. Les platico brevemente que estamos muy emocionados, ya que nuestro trabajo ha tenido un largo recorrido y que en abril de este año, habíamos estrenado el documental en República Checa e ido a los lugares en donde Fredy Hirsch había trabajado con sus niños. Visitamos el Centro Deportivo de Macabi, en Brno, donde Fredy, recién llegado de Alemania huyendo de las leyes antijudías, impartía sus clases de deportes y sus peulot. También visitamos el edificio de Hagibor, en Praga, en donde Fredy consiguió junto a este un campo abierto para que los niños judíos pudieran hacer deporte, teatro y actividades, en la época que los nazis habían invadido Checoslovaquia y ya no se les permitía a los judíos asistir a ningún lugar público.
Empezó la proyección. Se apagaron las luces y en medio de un silencio total, empezaron a aparecer las primeras imágenes en la pantalla. Lo que más me sorprendió conforme iba transcurriendo el filme, es que los muchachos y el público asistente estaban completamente atentos. Los celulares se encontraban guardados, y no había pláticas de chats, ni revisión de mails.
Apareció por primera vez nuestro ‘héroe macabeo’. Los sobrevivientes repiten uno tras otro, “Fredy, Fredy, Fredy Hirsch… el espíritu de Hagibor era Fredy Hirsch”. Y con gran admiración y respeto hablan de cómo les enseñó a trabajar en equipo, a ser solidarios, a cuidarse y respetarse. Dina Gottlieb se refirió a él “como un anuncio de pasta de dientes, con una sonrisa blanca y muy guapo”.
Después empezaron las deportaciones al Gueto de Terezín y sus dificilísimas condiciones de vida: hacinamiento, malnutrición, enfermedades…
Otra vez Fredy irrumpe con su maravilloso carisma y se ocupa de los niños. Organiza las Casas de niños y logra abstraerlos de la dura realidad del gueto a través de deportes, música, obras de teatro y lecciones de todo tipo. Es incansable…
En mayo de 1944 organizó los Juegos Macabeos de Terezín con torneos de fútbol, voleibol, atletismo y deportes de todo tipo.
Septiembre de 1943… 5 000 judíos checos son deportados a Auschwitz-Birkenau, familias completas… y entre ellos va Fredy. Llegaron al infierno, y en lugar de ser seleccionados y gaseados inmediatamente como era el procedimiento, son internados en un ‘campo familiar’ y ahí Fredy logró lo increíble: dentro del mismo infierno convence a los demonios nazis y al Dr. Mengele, que le permitieran hacer una barraca, la barraca 31, para que los niños pasaran el día ahí. Y organiza a madrijim y cuidadoras para que los cuiden y eduquen.
Y como decía otro de los sobrevivientes, Yehuda Bacon, “era como el gran edén” (el paraíso).
Y Zuzana Ruzickova contó “logró que pintara toda la barraca” con murales de Blancanieves y los siete enanos, niños del mundo, esquimales, indios, Hansel y Gretel, Mickey Mouse… y no contento con todo esto, montó un musical de Blancanieves, incluida su crítica encubierta, donde la bruja representaba a los SS”.
Pero el destino les tenía preparado un final dramático a los habitantes del campo familiar, y solo unos cuantos lograron sobrevivir.
El filme llegó a su fin y las luces se encendieron. El janij Erick Chiprout Steiner, nieto del Sr. Steiner, sobreviviente que inspiró a Paraíso en Auschwitz sube al escenario y dice unas palabras acerca de su abuelo. “Era un hombre sencillo y muy cariñoso conmigo, me llevaba al Dépor y me ayudaba con mis tareas. Nunca me quiso contar de su vida en el Holocausto. Yo lo quería muchísimo y lo extraño”.
El público asistente le aplaudió conmovido a este tierno muchachito de 13 años. Inmediatamente después, Paula Tussie, empezó a dar unas palabras. Estaba conmovida. Con la voz entrecortada por la emoción, dijo que “Fredy logró hacer un mundo mejor, ya que los que sobrevivieron hicieron una vida…” Paula no pudo continuar. El llanto no se lo permitió. Yo tomo la palabra y continúo, pero ella me había contagiado su emoción. Las lágrimas aparecieron en mis ojos y con dificultad les dije a los asistentes que lo que Fredy sembró en estos niños hizo que “emergieran de la muerte” y lograran, después de muchas penurias y esfuerzo, rehacer sus vidas y lograr un mundo mejor. Todos ellos, hombres y mujeres, hicieron carreras ligadas con el arte y la creatividad. Formaron familias y continuaron con su judaísmo. Y como dice una frase del Talmud “Quien salva una vida, salva al mundo entero”. Fredy salvó muchos universos y su legado debe conocerse, ya que su historia es prácticamente desconocida.
Después pasamos a la sesión de preguntas y respuestas. Nadie se movía de sus lugares. Eran ya casi las 11:00 horas, y todos los asistentes escuchaban atentos.
Preguntas y comentarios acerca de la creación de este documental, de cómo Fredy había conseguido todo esto para el bienestar y la educación de los niños, de su ardiente sionismo, de la organización y educación en Terezín y después en el campo familiar.
Todos los asistentes, los madrijim y janijim estaban contagiados y conmovidos por el ejemplo de Fredy.
Y como dice el Rabino Carlos Tapiero, de Macabi Mundial en Israel, “Fredy, a través de la educación informal que se imparte en Macabi, tocó el alma de sus muchachos y los transformó para siempre”.
Terminó la sesión de preguntas y respuestas y los janijim y los adultos se retiraron no sin antes dar un fuerte aplauso de reconocimiento.
Se quedaron los Roshim de Macabi y todos los madrijim para el cierre de la actividad. Ahora sí Paula Tussie, ya más calmada, pero muy emocionada, les dijo a sus madrijim: “Chavos, si Fredy logró motivar e incentivar a sus janijim en uno de los lugares más terribles de la historia del hombre, nosotros, que tenemos todas las herramientas y una situación privilegiada a nuestra disposición, debemos trabajar para enriquecer la vida de nuestros janijim y dejar una huella en ellos, para que en el futuro sean mejores judíos y mejores seres humanos”.
Y para terminar me pidieron que les contara una anécdota de Fredy en Birkenau…
“Cuenta Zuzana Ruzickova que cuando llegó en el segundo transporte, en diciembre de 1943 a Birkenau, fue a buscar a Fredy a la barraca 31, la barraca de los niños. Ella tenía 17 años. Lo encontró a la entrada y Fredy la reconoció inmediatamente. Se ofreció a ayudar en el trabajo con los niños. En ese momento llegó un capo de las SS, Fritz Buntrock, mejor conocido como “Bulldog”, por sus tratos brutales con los prisioneros. Se acercó a Fredy y a Zuzana. Fredy lo miró directamente a los ojos y le preguntó desafiante. ¿A cuántos judíos mataste el día de hoy?
Buntrock enfurecido, llevó su mano a la pistola que tenía en el cinto. Zuzana pensó que su hora y la de Fredy había llegado. Buntrock rojo de ira sacó su pistola y puso el dedo en el gatillo. Fredy lo continuaba mirando directamente a los ojos. De pronto Buntrock empezó a dar de carcajadas y guardó su revólver. Le dijo a Fredy, “qué bromista “ y sacó unos cigarrillos de su bolsillo. Le ofreció uno a Fredy y este le contestó seguro de sí mismo: “Yo no fumo Buntrock…””
¡Estamos felices! Paraíso en Auschwitz pasó una difícil prueba y cumplió su cometido. Llegó al corazón de estos jóvenes Macabeos, y seguramente les motivó a ser mejores madrijim y janijim, inspirados en esta historia que parece salida de un cuento, que a pesar de no tener un final feliz, deja ejemplos y enseñanzas de resistencia, solidaridad y de vida.