Festival de Comida Judía

¡Primera edición del Festival de Comida Judía!

El domingo 7 de septiembre el Deportivo Israelita se transformó en algo más que canchas y albercas: se convirtió en una feria de aromas, sabores y sonrisas que dieron vida al Primer Festival de Comida Judía Intercomunitario. Desde las 11 de la mañana, bajo un sol que parecía haber sido contratado para la ocasión, el Dépor abrió sus puertas para recibir a más de mil personas que llegaron con el estómago vacío y el corazón dispuesto a celebrar. La emoción era mucha, y la curiosidad, todavía más. 14 puestos desfilaron con propuestas que iban desde lo clásico hasta lo inesperado. Uno de los primeros en robar cámara fue La Muertita, quien no solo sorprendió al público del Dépor, sino que ahora hace más ruido en su esquina habitual de Bosques, por la destacada compañía de Los Takosh, con su versión kosher de tacos que arrancaron aplausos y mordidas simultáneas (encuéntrenlos en su esquina habitual, ahora sí como dicen, ya toda la familia va a comer tacos kosher y quesadillas).

Por supuesto, no podía faltar Ajla, con sus pizzas de masa madre (confieso que vi a más de uno comerse dos… o tres), ni el falafel que merece medalla olímpica. Y hablando de medallas, Rapho’s Bakery se llevó la de oro. La gente no solo probaba sus panes, sino que se llevaba bolsas enteras como si fueran trofeos. Lo mismo ocurrió con los vinos kosher de golan.mx y sus irresistibles precios para las fiestas y las galletas de DAFOHA, que incluso terminaron compartiendo bolsa, porque aquí se come bien, pero también se piensa en el planeta.

El festival también tuvo sus clásicos irresistibles: La Cocina de Yael con sus Malahuaj que despiertan suspiros, Auguri con su elegancia y variedad que recuerdan por qué es referente en Palmas y todo México como restaurante Kosher (siempre lleno, by the way), y Sakin, que recientemente creció y ahora presume una esquina espectacular en Bosques. Sus hamburguesas de wagyu y empanadas de carne fueron un “must”, quien no las probó seguramente ya se arrepintió.

Otros que hicieron de las suyas fueron The Kipe Factory, con kipes en todas las formas y sabores posibles, y El Balagan de Esther Meyer, que con su humor, pizzas y helados conquistó estómagos y corazones. Además, todo lo que vendió fue para apoyar al Kibutz Beeri, en donde su hijo fue víctima y héroe del 7 de octubre. Un gesto que nos recordó que, en medio de tanto sabor, también había un motivo profundo de unión.

Pero eso no fue todo, el festival sirvió como escenario para tres lanzamientos espectaculares. Pluma Rosa se presentó con pasteles dignos de tentación (ese de queso con durazno todavía aparece en mis sueños), M Olivo debutó con un aceite de oliva artesanal que parecía recién traído de Italia en cajas pintadas a mano (todos se los llevaron como regalos de Rosh Hashaná), y Sabour cerró con broche de oro: bagels caseros con cream cheese, salmón y pescaditos varios que, literalmente, volaron.

El evento fue organizado por Maaseh, bajo la dirección del siempre entusiasta Carlos Romano Attie, organización que promueve la capacitación a personas de cualquier edad que necesiten otro ingreso, mejorar su oferta o aprender un nuevo oficio. En este caso, Maaseh buscó promover a sus tres egresados, (Pluma Rosa, M Olivo y Sabour), quienes se lucieron. Y con el propósito de unir a la comunidad, celebrar el fin de año y darle la bienvenida al 5786 con esperanza y alegría. ¡Y vaya que lo logró!

El Dépor se sintió más vivo que nunca: entre stands, música, conversaciones y hasta cultura. El Instituto presentó el documental The Journey of Menachem Begin, que arrancó elogios de Marcos Meta y Orly Bagel (¡espectacular!, dijeron) y, además, se celebró el Día del Abuelo, porque aquí se come, se ríe y también se honra a quienes nos anteceden.

En resumen, este festival fue un recordatorio delicioso de que el Deportivo Israelita es, más que nunca, La Casa de Todos.

¡Los esperamos en la segunda edición! Espero que la vivan y no se las tenga que contar. 

//Claudia Dorenbaum