Georges Bizet nació en París el 25 de octubre de 1838, en el seno de una familia musical. Su padre era profesor
de canto, al igual que su tío, y su madre le dio las primeras lecciones de solfeo. Con nueve años de edad entró en el Conservatorio de París, donde ganó varios premios a lo largo de sus años de estudio. Aprendió piano con Marmontel y Zimmerman, convirtiéndose en un pianista excepcional, alabado incluso por Liszt. También estudió órgano con Benoist y composición con Fromental Halévy, cuya hija se convertiría años después en su esposa. En 1857 ganó el Premio de Roma, una beca de cinco años que le permitió vivir de la composición durante ese periodo de tiempo, primero en Roma, y luego en París. Tras esta etapa se vio obligado a realizar otros trabajos para poder sobrevivir. Daba clases de piano, trabajaba como pianista acompañante, y realizaba numerosos arreglos y transcripciones de obras de otros compositores. Tuvo una carrera corta y llena de altibajos. El 3 de junio de 1875 moriría de un ataque al corazón, con tan solo treinta y seis años.
Compuso piezas para piano, de las que recordamos sus Jeux d’enfants, para cuatro manos; y algunas obras sinfónicas, como su Sinfonía en Do Mayor; pero fue principalmente un compositor de música escénica. Bizet era muy dado a empezar proyectos para luego abandonarlos. En el caso de sus óperas planeó alrededor de treinta, de las que solo llegó a realizar seis. Les Pêcheurs des Perles, La Jolie Fille de Perth y, sobre todo, Carmen, han pasado a la posteridad, pero ninguna de sus óperas obtuvo un gran éxito durante la vida del compositor (aunque obviamente sí después). También compuso música incidental para la obra de teatro de Daudet L’Arlésienne, que no fue bien acogida, pero sí la suite orquestal en que convertiría después esta música, que hoy es una de sus obras más conocidas. Muchos de los fracasos musicales de Bizet se debieron a la prensa de la época, que lo trató especialmente mal. Sin embargo, sí que contó con el apoyo de numerosos compositores contemporáneos que alabaron su obra, como Berlioz, Gounod, Wagner o Massenet.
Sobre la ópera
En 1873, De Leuven y Du Locle, los dos directores de la Opéra Comique, encargaron a Bizet la composición de una ópera con libreto de Meilhac y Halévy. Bizet sugirió como tema la novela de Prosper Merimée, Carmen, escrita en 1845. A pesar del entusiasmo de los libretistas, De Leuven no estaba de acuerdo con el tema. La Opéra Comique era principalmente un teatro de entretenimiento familiar y Carmen presentaba escenas evidentemente violentas, como la muerte final de la protagonista en el escenario. De Leuven renunció a su cargo en 1874 y el proyecto pudo seguir adelante, pero este no sería el único obstáculo que tendría que sortear Bizet para poder estrenar su ópera. Los ensayos se alargaron mucho más de lo previsto debido a las quejas de la orquesta, que opinaba que algunos fragmentos eran imposibles de tocar. El coro también se mostró indignado al ver que se pretendía que actuaran individualmente, especialmente las mujeres, que tenían que fumar y pelear en escena mientras cantaban.
Con mucho retraso, Carmen se estrenó el 3 de marzo de 1875. Es cierto que buena parte del público salió del teatro encolerizado por lo que acababa de ver y que las críticas fueron, para variar, malas. Sin embargo, la ópera obtuvo un total de cuarenta y cinco representaciones ese año gracias a varios motivos. En primer lugar, lo escandaloso de la obra, de una modernidad apabullante, que circuló de boca en boca. Por otra parte, lo morboso de la muerte del compositor, que se produjo tan solo tres meses después del estreno, concretamente la noche de la representación número treinta y tres. Finalmente, los rumores (fundados o infundados) de que Bizet vivía una aventura amorosa con la protagonista de la ópera, la mezzosoprano Celestine Galli-Marié. En cualquier caso, es lógico pensar que la música también tuvo algo que ver. Compositores de la talla de Brahms y Wagner dieron a conocer su admiración por Carmen. Fue la versión estrenada en Viena en 1875, en la que Guiraud cambió los diálogos por recitativos, la que supuso el inicio de la fama mundial de la ópera.
Fuente: www.codalario.com