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¿Qué leemos los mexicanos y por qué?

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//José Ramón Huerta

Ya no solo domina el papel, las pantallas llegaron para quedarse.Durante muchos años la duda sobre qué leemos los mexicanos, cuánto leemos y por qué lo hacemos ha estado vigente. Pero una cosa es preguntarlo, y otra es encontrar respuestas totalmente confiables. Si bien antes de la Era Internet era complejo saber el tamaño del gusto del mexicano por las letras, hoy, con el uso masificado de los múltiples contenidos web y la inmensa ola de conversaciones en las redes sociales, armar estadísticas puntuales y medibles a lo largo del tiempo es una labor pendiente.

Lo es porque una buena parte de la población ya no solo lee en papel, sino que utiliza parte de su tiempo en revisar y leer información entretenida, noticiosa, educativa o chismosa por medios digitales, y todavía no existe un consenso en sostener que lo que se ve en redes sociales pueda ser considerado seriamente para medir el índice de lectura.

El monto de libros fabricados y vendidos en el país es una de esas claves, pero tampoco ofrece garantía plena ya que, una cosa son los libros ‘vendidos’ y otra los ‘leídos’. En el caso de México, además, hay un dato muy importante a considerar: el libro de texto gratuito.

Diversificados

Las cifras oficialesmarcan que solo 2.8 por ciento de los nacidos en México es analfabeta. Es decir, una inmensa mayoría de la población mexicana puede leer y escribir. Pero eso no significa que quienes saben leer realmente lo hagan. Según el Módulo de Lectura (conocido como Molec) del INEGI, nuestro promedio es de 3.8 libros al año, menor que el de Uruguay, Chile, Argentina, Brasil o Colombia, según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina.

También sabemos por las encuestas que 80 por ciento de los mexicanos alfabetizados lee al menos un libro, revista, periódico, historieta, blog o página de Internet al año. Consulta libros y revistas básicamente por entretenimiento y los que leen periódicos lo hacen ‘para estar al día’. Destinan 38 minutos diarios por sesión continua (pero quienes tienen educación superior promedian hasta 49 minutos). Una cuarta parte de los encuestados dijo acudir a las secciones de libros y revistas en tiendas y almacenes comerciales, pero solo 8.4 por ciento visita librerías. Un 16 por ciento acude a puestos de revistas y solo diez de cada cien asisten a bibliotecas.

A estas cifras hay que sumar otras: según la Asociación Mexicana de Internet, los mexicanos navegamos más de seis horas al día, y pasamos conectados 85 por ciento de ese tiempo a las redes sociales, sobre todo a Facebook –que tiene unos 62 millones de usuarios, o sea lo equivalente a la mitad del país–, seguido de WhatsApp y YouTube.

Los mexicanos siguen leyendo libros –incluso revistas y periódicos–, pero estos formatos impresos tienden cada vez más a rivalizar con las redes sociales y la descarga continua de películas, videos y música.

En 2015, la Encuesta Nacional de Lectura y Escritura de CONACULTA dijo que los mexicanos mayores de 12 años leían 5.3 libros al año. El Molec del Inegi otorga el dato de 3.8 libros en promedio por año, pero considerando solo a los mayores de 18 años de edad.

¿Qué géneros leemos?

Para medir la temperatura del gusto de los mexicanos por los diferentes géneros de lectura, el consenso se remite a los libros. Ahí es donde se pueden tener marcadores un poco más claros. Así pues, se presentan ciertas tendencias. “Al mexicano por alguna razón le gusta mucho leer novela histórica, enterarse de su pasado –dice Farías, de El Péndulo–. Las novelas que más se venden tienen que ver con la historia de nuestro país y del mundo”.

Myriam Vidriero, de Planeta, sostiene que los grandes consumidores de libros en México son mujeres. “Siete de cada diez son compradoras. Ellas son las que regalan y las que casi siempre inducen a los hijos a leer”. Coincide además que “el 85 por ciento de los lectores voluntarios leen para entretenerse. Y aunque el mercado está cada vez más fragmentado, y es difícil ubicar una tendencia, se distingue un gusto por la novela, la histórica particularmente. Tiene que ver con el divertimiento aspiracional, aprender algo. Por supuesto, gustamos también de la novela de entretenimiento literaria”.

Para Achar, de Gandhi, “se han dado diferentes fenómenos, más allá de los títulos, las novedades representan el 20 por ciento de la venta, y hay diferentes fenómenos: la literatura fantástica –los magos de Harry Potter, El señor de los anillos–, los vampiros, la moda de los zombis, las sagas policiacas y thrillers como los de Stieg Larson, y claro, las novelas históricas de Julia Navarro o Francisco Martín Moreno, que forman parte de estos movimientos de moda”.

Carlos Anaya, de la Caniem, distingue que “hay un auge de la literatura infantil y juvenil. Se está desarrollando también el nicho del cómic y las historias gráficas. Vemos que se está moviendo la clientela y la atención hacia géneros nuevos”.

Llegarán los días en que saber con precisión qué y cuánto estamos leyendo podrá ser una realidad. Por ahora, solo hay aproximaciones. Las autoridades correspondientes deberán establecer políticas públicas y contar con datos para tomar decisiones; y la industria cooperar ofreciendo su información en materia de impresos y material digital. Y a los hogares, donde se empieza a generar este buen hábito, les convendría recordar la siguiente máxima: “si tu pantalla de televisión es más grande que tu librero, estás en problemas”. Un problema cultural del que todos somos responsables.

Fuente: extracto del artículo publicado en Contenido, el 2 de marzo de 2017.