Reuven Rivlin, el pasado martes se convirtió en el décimo presidente de Israel,
reconocido por su sentido del humor y su labor en la defensa de la democracia. Popular y afable, ‘Ruby’ Rivlin, de 74 años, es un veterano miembro del Likud, el partido del primer ministro Benjamin Netanyahu.
Reuven Rivlin siendo Javer Haknéset, visitó México el año pasado, con el apoyo del Consejo Sionista de México y tuvo oportunidad de estar presente en nuestra Institución, ofreciendo un interesante discurso acerca de temas de actualidad de Israel.
Así también fue recibido por miembros del Consejo Directivo del CDI.
Comentó el Ministro del interior Guidon Saar, tras conocer el resultado de la segunda y última votación en la que se disputó la presidencia con Meir Shirit, que “Será presidente de todos los israelíes sin distinción, un presidente honesto y cercano”. Abogado de formación, Rivlin pertenece a una extensa familia que llegó a Israel a principios del siglo XIX, y cuyos miembros ocupan, varios estratos de las elites israelíes. Vegetariano desde su juventud, amante del fútbol -fue presidente de la Asociación Deportiva del Betar Jerusalem- y entró en la política en 1978 como concejal de Jerusalem, ciudad en la que nació y donde centró su actividad pública hasta 1993.
Entre 1992 y 1996, ha sido diputado. También ha ocupado el cargo de ministro de Comunicación (2001-2003) y, en dos ocasiones, el de presidente del poder legislativo (2003-2006 y 2009-2013).
En 2010, salió en defensa de la diputada árabe Hanin Zohabi cuando el Parlamento quiso despojarla de sus privilegios parlamentarios por haber participado en la polémica Flotilla de la Libertad a Gaza. Rivlin y otro histórico exlikudista, Beni Beguin, fueron los únicos de su formación que se abstuvieron, por considerar la sanción “un paso demasiado lejos” para el régimen democrático de Israel.
No extraña, por tanto, que a la elección del martes acudiera con las firmas de apoyo de diputados árabes a los que ha defendido en decenas de ocasiones, así como también de legisladores ultra-ortodoxos judíos, entre los que goza de gran predicamento al pertenecer a una estirpe casi aristocrática (su familia está relacionada con el prominente rabino y exégeta judío Gaón de Vilna).
También lo apoyó de forma masiva el sionismo religioso, con el que comparte la ideología colonizadora, e incluso una pequeña parte del centro laico (Rivlin es Caballero de la ONG Movimiento por un Gobierno Cualitativo). “Es un candidato que traspasa todos los grupos de la sociedad y todos los partidos, como demócrata, como político derechista y como persona”, dijo el diputado Uri Ariel, del partido nacionalista Hogar Judío.
Considerado como uno de los miembros más a la derecha del Likud, Rivlin nunca ha escondido su oposición a la creación de un Estado palestino y defiende los asentamientos judíos. “Rivlin no será el presidente del Estado de Israel, sino el presidente del Gran Israel”, escribió el comentarista Ari Shavit en el diario Haaretz sobre este puesto más bien protocolario.
“Durante años, Rivlin ha abogado por la necesidad de que judíos y palestinos cooperen. Como presidente de la Knéset, extendió la mano a las facciones árabes en contraste con sus colegas de la derecha”, escribe Haaretz en un editorial. En 2011, se opuso a los intentos de legislar para reducir la financiación extranjera a las ONG de izquierda.
Un año más tarde, arremetió contra la diputada del Likud Miri Regev cuando escribió que los inmigrantes africanos indocumentados son como un “cáncer”. “Siempre ha mantenido opiniones independientes, incluso ante primeros ministros fuertes como Ariel Sharon y Netanyahu, y eso es una característica importante para un presidente”.
Cuando era presidente del Parlamento, se ganó el respeto generalizado, gracias a su larga experiencia en el arbitraje político, lo que ha definido su camino a la presidencia, dicen los analistas.
Aunque inicialmente aparecía como el principal candidato a suceder a Shimon Peres, de 90 años, la apuesta de Rivlin por la presidencia se complicó por el pulso personal y amargo que mantiene con Netanyahu, cuyos denodados esfuerzos para buscar otro candidato, fueron prolijamente contados por la prensa. Solo en el último momento, cuando sus esfuerzos habían fracasado, Netanyahu ofreció a regañadientes su apoyo a Rivlin.