Rosh Hashaná no sólo marca el comienzo del Año Nuevo judío, sino que también es el comienzo de los grandes días sagrados. El origen histórico de Rosh Hashaná (la Cabeza del año) se relaciona con el periodo fiscal de la época bíblica.
Rosh …cabeza
Shaná…año
Shinui…cambio
Tishrei, el séptimo mes del calendario hebreo, era el momento en que la tierra volvía a ser trabajada nuevamente y cuando se cobraban los impuestos. No obstante, es en el Talmud en donde la festividad adquiere una dimensión cultural más potente. “En Rosh Hashaná festejamos la creación del ser humano porque D-os creó al mundo en siete días y fue en el sexto cuando creó al hombre.
Rosh Hashaná no es tan sólo el principio de un nuevo año judío es también una oportunidad universal para pensar en cómo mejorar, y cómo transformarnos de forma nueva y creativa. Rosh Hashaná que en hebreo significa cabeza del año, podría entenderse también como rosh hashinui, principio de un cambio, transformación que comienza simplemente con preguntarnos quién somos, cómo queremos vivir para recordar el sentido de nuestra vida para reescribir una nueva historia en el libro de la vida.
Quizás al entender, reeditar, podamos decodificar, introyectar los símbolos de estas fiestas. Sonidos, sabores, rituales que invitan a la reflexión, a la reunión, a despertar, a dialogar, a recordar, y a transformar. Quizás estos días, seder que en hebreo significa orden brinda la calma para inspirarnos, alinearnos, reconectar y reprogramar nuevos hábitos que dan origen a un nuevo orden.
Este Rosh Hashaná es una opor- tunidad para un Rosh HaShinui, año de cambio, en lo personal y en lo colectivo. Estas fechas tan emotivas, donde la tierra nos recuerda su necesidad de moverse, reconectarnos con la tierra y sus acomodos, abrazar nuestras preguntas, nuestras angustias ante la vulnerabilidad de la vida, volver a confiar en el milagro de vivir.
// SARA CHEREM SACAL.