La costumbre de realizar un séder (ceremonia ordenada y estructurada) en dicha fecha, la encontramos detallada un tiempo más tarde en el libro Jemdat Iamim

, en el cual se denotan influencias shabetaístas, aparecido en Esmirna, Turquia, en los años 1731-1732. En él se indica la forma en que debe desarrollarse dicha ceremonia con rezos, cánticos, ingestión de frutas y lectura de diversos textos sagrados y de partes del Zóhar (libro central de la enseñanza cabalística) relacionados con las frutas y los árboles.

A partir de la publicación de este libro y en el posterior complemento Pri Etz Hadar, veinte años después en Salónica, es cuando el jag se empieza a popularizar, pasando a ser parte de las festividades del calendario hebreo. En primera instancia entre las comunidades sefardíes de Turquía y los países de la zona del Medio Oriente, y luego en las jasídicas del este europeo, estas últimas fuertemente influenciadas por el misticismo cabalístico en sus comienzos.

El séder establecido tiene varios simanim (señales o componentes), que evocan al Séder de Pésaj tradicional: se beben también cuatro copas de vino, pero a diferencia del de Pésaj, el color del vino a tomar en las diferentes copas va cambiando gradualmente, comenzando por el blanco, pasando por el rosado y terminando en el tinto oscuro.

Esta costumbre tiene varias interpretaciones, como la que simboliza los cambios del clima y las estaciones. Desde el invierno, simbolizado por el vino blanco (el letargo, la palidez), pasando por el rosado (el comienzo de la primavera y el florecimiento), hasta llegar al rojo intenso del verano.

La costumbre de comer frutas la vemos detallada en el texto Pri Etz Hadar antes mencionado, donde dicha ceremonia está compuesta por 32 frutas, divididas en cuatro categorías distintas (por lo visto también equiparando a componentes del Séder de Pésaj): la primera categoría es la de las frutas de las que solo se come la cáscara, como el algarrobo; la segunda, la de las que se come la parte interna cercana a la cáscara, como el mango; la tercera, es la que se come toda la parte externa, como el dátil o la aceituna; y la cuarta, las frutas de las que se come su parte interna, como la almendra.

La costumbre de comer frutos de la Tierra de Israel en los diferentes países de la díáspora cobró a partir de esta festividad un nuevo significado, que expresa la añoranza que los judíos sentían por Éretz Israel y el anhelo de retornar.

Estas frutas son las conocidas como las Shivat Haminim (siete especies) autóctonas de la Tierra de Israel: trigo, cebada, vid, higo, granada, aceite (de olivo) y miel (de dátil). (Dvarim-Deuteronomio, 8: 8).

Tanto los shabetaístas como los cabalistas veían en la realización de este séder, de fuertes componentes místicos y mesiánicos, un acto de Tikún Olam (corrección o reparación del Universo), para expiar los pecados anteriores y para acercar la Gueulá, la redención completa de la humanidad. 

Fuente: NMI.

 

 

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