Llevamos un poco más de dos meses desde que las actividades pararon presencialmente en el Centro Deportivo Israelita
y en Punto CDI Monte Sinai. A través de las clases en línea hemos podido sostener un diálogo y continuar, de alguna forma, con aquello que la pandemia interrumpió. En el Taller de escritura para adultos Yerushá seguimos en el ejercicio de escribir desde distintas perspectivas. En momentos como estos, escribir se convierte en un puente que nos permite atravesar por distintas refl exiones, relatos y narraciones sobre estos momentos de aislamiento físico. La cuarentena ha despertado en las mujeres del Taller Yerushá sensaciones, experiencias y miradas diferentes que generosamente comparten con ustedes a través de la palabra escrita. Quizás, no pocos lectores se sientan identificados o interpelados por estos escritos, que nos abren las puertas a las miradas y experiencias en torno a este tiempo que nos tocó presenciar. Grito mudo Sina Adler de Ozerkovsky, 71 años La ambición del hombre que no quiso escuchar ha provocado una respuesta de la naturaleza. Este descuido humano nos traerá un cambio en nuestras vidas que nunca volverán a ser iguales. Los grandes incendios en Australia, Amazonas y otras partes del mundo, el calentamiento global, el mar y los animales atrapados en redes o en plástico eran las últimas llamadas y seguíamos siendo egoístas. Ahora vemos a los animales otra vez libres en el mar, tierra y aire. Por desgracia, como siempre ha sucedido, unos cuantos –a veces con buenas intenciones– terminan sintiéndose dioses y eso continuará siendo igual, pues ocurre desde que existe la humanidad. ¿Podemos hacer algo para salvar a nuestro planeta?
Crónica sobre el virus Odette Pichoto Cherem, 84 años Mi primera reacción: asombro, bloqueo, angustia, temor por la familia. Algo que día a día se fue acelerando. Enero, 2020: China. Se empieza a oír las tristes noticias de la terrible pandemia. Febrero: Italia, España, Estados Unidos. ¿Es real?, ¿no es un anuncio de una alguna película? No. Con tristeza vemos que es real. Marzo: México. Víctimas, muertes, contagios, cuarentena. “No salgan de sus casas”. ¿Mi reacción? Que Hashem por favor cuide a mis hijos, a mis nietos, hermanos, amigos y a mí. Empiezan a sonar los teléfonos, “Mamá, no salgas. Cuídate, por tu edad es muy peligroso”. Los amigos, los vecinos… se siente una unión, no solo familiar sino universal. Recibo un aviso en FB: se suspende Beyajad. Pienso: estoy en casa sola, pero no. No estoy sola. Suenan y siguen sonando los saludos, las recomendaciones, los videos. ¡Oh, qué alegría! Facebook: mi querido Centro Deportivo Israelita. Clases por día, internet. Tengo todas las clases todos los días. No tengo que privarme de ninguna por escoger otra. Me siento muy agradecida con mi querido CDI, con todos los increíbles maestros, coordinadores -con Lucero – por darnos esta grandísima ayuda para superar y aceptar esta difícil etapa que nos tocó vivir. Con mi adorado Hashem por estar viva. Juntarnos, vernos y aprender de ustedes me ha dado la fuerza de abrirme más al amor y apreciar todo lo que Hashem me ha dado a lo largo de mi larga vida. Quiero agregar la gran ayuda que tuve también del rabino David Babour y el señor Abud Attie por el hermoso libro Perlas de la sabiduría del judaísmo, escrito con su gran sabiduría e interpretación a la fe de Hashem en cada capítulo. No tengo palabras para definir la ayuda que me dio estudiarlo. Esto, junto a las clases de mis queridos maestros, me ayudaron a seguir adelante.
Cercana distancia Vicky Fainsilber Zaga La distancia en estos momentos no se mide en metros, se mide por la cercanía, el diálogo al escuchar nuestra voz y las personas que nos rodean.Que la realidad que invade al mundo entero sea corta y pasajera, que se nos permita valorar la diferencia entre lo que es urgente y lo que es importante.
Fragmento sobre lo cotidiano Sofía Mercado, 73 años Felizmente me contestaron en Superama, después de dos días de intentarlo. Sí, fue desesperante, pero lo prefi ero a pasarme las horas tratando de hacer el pedido en línea. Me resisto a renunciar al contacto humano. Yo necesito nutrirme de la gente, tocar a una persona, sentir el calor de un abrazo o la frialdad de un saludo hipócrita. Me resisto a vivir hipnotizada en el celular o la computadora, saber de las personas a través del WhatsApp, Facebook, Twitter o la infi nidad de recursos electrónicos que mantienen a la gente conectada con miles o millones de personas en todo el mundo, supuestamente seguidores. ¿Conectada? ¿Relaciones? Qué gran falsedad. Las relaciones humanas se dan a través de los sentidos: ver a mi interlocutor a los ojos y saber si es sincero, escuchar su voz y confirmar si el tono de su voz es consistente a lo que está diciendo; tocar a una persona y ofrecerle apoyo, un abrazo, un beso, una mano sobre su hombro, sentir en el paladar el dulce sabor de tener a esa persona frente a mí o el sabor amargo que te produce la hipocresía. Con paciencia marqué una y otra vez sin que me contestara una persona. Escuché una y otra vez los anuncios y avisos pregrabados para entretener al cliente, mientras escuchas sus ofertas. ¿Estrategia de venta?, puede ser. Finalmente me tomó la llamada una chica: “Gracias por llamar a Superama, la atiende Isabel, ¿con quién tengo el gusto?”. Al fin una persona de verdad con quien hablar. Al cabo de un buen rato hice mi pedido con los productos que necesitaba, las variaciones que me convenían: colores, sabores, tamaños… Isabel fue muy amable y atenta y me confi rmó que mi pedido llegaría en dos días en un horario entre once y doce de la mañana y así fue.
//LAURA GARCÍA