El payaso Tito hizo su majestuosa aparición dentro del Keff Yom Yerushalaim en PUNTO CDI MONTE SINAI,
trayendo mucha alegría y gran diversión a chicos y grandes en una divertida función de títeres a cargo de la Compañía Titomanía.
En esta ocasión nos deleitaron dos increíbles historias. La primera sobre una adaptación de la tradicional fábula de Esopo, Pedro y el lobo, presentándonos a un pequeño pastor que se pasaba la mayor parte de su tiempo paseando y cuidando de sus ovejas en el campo de un pueblito. Todas las mañanas, muy temprano, hacía siempre lo mismo. Salía a la pradera con su rebaño, y así pasaba su tiempo. Muchas veces, mientras veía pastar a sus ovejas, él pensaba en las cosas que podía hacer para divertirse.
Como muchas veces se aburría, un día, tuvo una idea, decidió que pasaría un buen rato divirtiéndose a costa de la gente del pueblo que vivía por allí cerca, se acercó y empezó a gritar: “¡Socorro, el lobo! ¡Qué viene el lobo!” Al repetir con los aldeanos la broma en varías ocasiones y descubrir que era una mentira, se marchaban terriblemente enfadados con la mala actitud del pastor. Hasta que una mañana, Pedro no se percató verdaderamente de que se le acercaba un lobo. Cuando se dio media vuelta y lo vio, el miedo le invadió el cuerpo al ver que el animal se le acercaba más y más, empezó a gritar desesperadamente: “¡Socorro, el lobo! ¡Que viene el lobo! ¡Qué se va a devorar todas mis ovejas! ¡Auxilio!” Pero sus gritos fueron en vano, ya era bastante tarde para convencerlos de que lo que decía era verdad.
Los aldeanos habiendo aprendido de las mentiras del pastor, esta vez hicieron oídos sordos, y fue así que el pastor reconoció que había sido muy injusto con la gente del pueblo, y aunque ya era tarde, se arrepintió profundamente, y nunca más volvió a burlarse ni a mentir a la gente.
La segunda historia complementó el eje narrativo de la anterior, y posibilitó el acercamiento de los niños y niñas a la estructura del clásico cuento popular árabe, La nariz del camello, la cual nos mostró a un cuidador de dromedarios, que hacía caso de las quejas mañosas de uno de sus animales hasta que perdió el control de él, dejándonos ver lo importante que es el valor de cultivar los buenos hábitos en todos los aspectos de nuestra vida.
La ilusión, fantasía y magia escénica de estas dos obras nos mostraron lo importante que es no decir mentiras, ni jugar con la paciencia y buena voluntad de las personas, ya que en verdaderas situaciones de peligro o riesgo podemos estar en desventaja y nadie acudir en nuestra ayuda.
Por último, todos nuestros niños tuvieron la oportunidad de realizar una marioneta con ayuda de sus papás, fomentando así la integración familiar.