
El Rey David en el texto de Tehilím, Salmos, describe a las mujeres
ejecutando instrumentos musicales durante las procesiones públicas “Los cantores van al frente, y los músicos detrás, y en medio las jovencitas van tocando panderetas”. (Salmos 68: 26). Así nos imaginamos a las mujeres, de todas las edades y colores, mientras van caminando por el CDI, buscando sus quehaceres, en el deporte, en el arte, en la danza, en la cultura. Cuántas de ellas han destacado desde que el CDI dio comienzo. Es suficiente buscar en las miles de fotografías de la historia del Dépor y encontrarnos a destacadas atletas que han participado en competencias nacionales, internacionales, Macabiadas tanto Panamericanas como la de Israel, siempre distinguiéndose con medallas de Oro. Incluso cinco de ellas alcanzando lugares en las Olimpiadas como lo son en 1968, Linda Béjar y Tamara Oynick; en 1976, Deborah Weill; en 1980, Hellen Plaschinski y en 1984, Marlen Bruten, que a la par de atletas varoniles tuvieron oportunidad de alcanzar ese éxito. El CDI ha sido un espacio de libertad, de acción, de inspiración, para muchas niñas, jóvenes y adultas que participan en las disciplinas que más son de su agrado. Desde las tarimas de un Festival Aviv, los foros del Habima o del Blowie, la pluma de escritoras en el Certamen Literario o presentando libros, manifestando sus ideas en el pleno derecho de expresarse y fortalecerse tanto física como mental e intelectualmente. Cuando el CDI se llena de mamás aplaudiendo a sus hijos, caminando con carriolas, cuidando y vigilando, educando y dando amor a sus familias; ese es la mejor escena con la que todos nos quedamos al recorrer el Dépor. Gracias deportistas, bailarinas, cantantes, todas y cada una de las mujeres que dan vida e inyectan pasión, por ser como son, por ser mujeres.
