
De pequeña siempre me enseñaron que en algún momento iba a crecer
y convertirme en una mujer (de verdad). A los 12 años tuve mi Bat Mitzvá, a los 15 me cantaron “ahora despierta la mujer que en mí dormía”, a los 18 fui a sacar mi INE y salí a cantar con mi mamá a un cantabar. Por fi n, era toda una mujer a los ojos de la sociedad. Pero creo que realmente nunca entendí lo que eso significaba hasta el día de martes. Exactamente a las 20:04 pm, cuando tuve que atravesar una calle y pasar de lado de una parada de camiones. Era de noche y aunque solo era atravesar la calle para subirme a mi coche y manejar a casa, mis piernas temblaban de pánico. No pude hacerlo sola. Como buena feminista, iba vestida de morado con un paliacate verde amarrado en la muñeca. Lo que se supone que demostraba mi alianza a un movimiento y orgullo de mi género por un momento me hizo temer. Cuando caminé de día sentí las miradas penetrantes de la gente, igualmente con el símbolo de Venus que traía rallado en mi pulgar. Me sentí obligada a bajar la mirada y evitar los posters de protesta pegados en la parada de camiones. Me encorvé y escondí mi paliacate hasta que me sentí segura. Me dediqué todo el día a hacer protesta y buscar nombres de mujeres desaparecidas, y lastimosamente me costó mucho más trabajo de lo que me tuvo que haber costado. Mientras que buscaba en la base de datos nacional los nombres de mujeres que había visto en diferentes Protocolos Alba, el sistema me arrojaba “0 incidencias”. Me mantuve atenta a la protesta que se llevó a cabo en el Zócalo de la Cuidad de México. Nombres de miles de mujeres, queriendo ser gritados desde las esquinas de la plaza. Respuestas violentas con gas lacrimógeno, francotiradores en “busca de un dron”, un muro para proteger a un palacio y no a sus ciudadanas, un movimiento “derechista que victimiza al presidente” y muchas más cosas que me dejaron agotada. Terminé el día llena de llanto, coraje y un ardor de impotencia enorme. Hasta ayer pude comprender que crecer y ser mujer no solo significa dejar de ser niña. Ser mujer es ser una guerrera, es ser independiente, y es ser una máquina a toda potencia. Ahora, escribo esto con una duda más: ¿cuándo fue el día que el día para celebrar a estas guerreras se volvió una protesta? Y, ¿cómo hemos dejado que esto llegue tan lejos?
//Nicole Bratt
