El pasado domingo 23 de agosto, se llevó a cabo la
presentación del libro Dao Yin Yang, de Gustavo Weichsel (Z”L), en la Galería Pedro Gerson del Centro Deportivo Israelita. Con una asistencia de más de cien personas; conocimos quién fue Gustavo y el legado que dejó plasmado en este libro que hoy sin estar él presente nos llenó de una energía llena de sentimiento y agradecimiento.
Amigos, familia, compañeros de vida, compartieron con todos los presentes sus conocimientos, palabras llenas de magia para acercarnos a esa técnica milenaria, que cubre aspectos de la vida humana que muchos desconocíamos, y que este libro nos aporta y orienta hacia una vida más saludable.
Camilo Weichsel Zapata, hijo de Gustavo, al hablar de su padre y compartir sus enseñanzas dijo: “Gustavo era una persona muy difícil de describir, de categorizar y más aún de interpretar. Desde que se me asignó la tarea de hacer el discurso de introducción del autor me asusté ante la pregunta de: ¿Cómo poder introducir a alguien que es realmente inefable? Por suerte, durante la tormentosa tarea de querer explicar a alguien, a quien las palabras no alcanzan para describir, recordé un poema que mi papá siempre me repetía. Las palabras del poema If, de Rudyard Kipling, son lo más cercano que se puede usar para intentar explicar quién era Gustavo”.
Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor
pierde la suya y te culpan por ello;
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero admites también sus dudas;
Si puedes esperar sin cansarte en la espera,
o, siendo engañado, no pagar con mentiras,
o, siendo odiado, no dar lugar al odio,
y sin embargo no parecer demasiado bueno, ni hablar demasiado sabiamente;
Si puedes soñar-y no hacer de los sueños tu maestro;
Si puedes pensar-y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre
y tratar a esos dos impostores exactamente igual,
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho
Retorcida por malvados para hacer una trampa para tontos,
O ver rotas las cosas que has puesto en tu vida
y agacharte y reconstruirlas con herramientas desgastadas;
Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias
y arriesgarlo a un golpe de azar,
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir nunca una palabra acerca de tu pérdida;
Si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
para jugar tu turno mucho tiempo después de que se hayan gastado
y así mantenerte cuando no queda nada dentro de ti
excepto la Voluntad que les dice: “¡Resistid!”
Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud
o pasear con reyes y no perder el sentido común;
Si ni los enemigos ni los queridos amigos pueden herirte;
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar el minuto inolvidable
con un recorrido de sesenta valiosos segundos.
Tuya es la Tierra y todo lo que contiene,
y —lo que es más— ¡serás un Hombre, hijo mío!
Al término de la presentación se llevó a cabo una demostración de Tai Chi, en la que todos los más de cien invitados participaron llenando el espacio con una energía que se convirtió en paz.