Cuando Abby Hoffman tenía 9 años, ella quería jugar al
hockey como todos los chicos, pero no había ninguna liga para las chicas donde vivía, en Toronto. Hoffman no se rindió. Se cortó el cabello corto y persuadió a sus padres para inscribirla en el equipo como Ab Hoffman en la liga del muchacho. Al principio, todo salió según lo planeado. Hoffmann se integró en el equipo y se convirtió en el defensor, un papel en el que sobresalió. Pero luego su equipo se inscribió en un torneo regional, en el que todos los jugadores de los equipos tenían que presentar identificaciones. Su gran secreto expuesto y fue expulsada del equipo. Hoffman y sus padres no se dieron por vencidos y solicitaron a la Corte Suprema de Ontario en un caso que recibió considerable cobertura de los medios de comunicación.
Hoffman ganó el caso y la corte determinó que en todas partes hay equipos de los muchachos debe haber equipos de las muchachas o algún otro arreglo debe ser hecho para las mujeres que desean entrenar. El veredicto es considerado como un gran avance, y acreditado por cambiar la cara de los deportes canadienses.
Pero Hoffman era solo una chica que quería practicar deportes, y después del juicio terminó se matriculó en equipos de atletismo y natación y no se detuvo por un momento. Durante su carrera atlética, Hoffman representó a Canadá en cuatro Juegos Olímpicos, e incluso participó en las Macabiadas de 1969, donde ganó varias medallas de oro.
Toda su vida Hoffman siguió rompiendo récords y siendo “la primera mujer en”. En los Juegos Olímpicos de 1976 en Montreal, fue la primera mujer en ganar el honor de llevar la bandera canadiense en la ceremonia de apertura, y en 1981 fue nombrada directora de la Canadian Sports Municipality. En 2003 fue nombrada Directora General de la Agencia para la Salud de la Mujer – un nuevo instituto fundado por el Ministerio de Salud de Canadá.
Por sus innumerables logros Hoffman fue agregada en 2004 al Salón de la Fama de los Deportes Canadienses, y en 2007 al Salón de la Fama de los Deportes Judíos.
Deseemos a Abby mucha suerte y felicidad, y gracias por allanar el camino para las mujeres de Canadá – en el campo y fuera de él.
Fuente: www.maccabiah.com