Tomar es una pequeña ciudad histórica en el centro de Portugal, a unos 145 kilómetros al noreste de Lisboa, más conocida por los restos de una impresionante fortaleza templaria y un magnífico monasterio
que atrae a muchos visitantes. Menos conocida es la sinagoga de Tomar, la casa de oración judía más antigua que existe en Portugal, que reabrió sus puertas a principio de 2020 -luego de haber estado cerrada dos años y medio-, para recibir gente de todas partes del mundo que busca conocer una de las estructuras más antiguas de la antigua región de Sefarad, el nombre con el que la comunidad judía llamó a la península ibérica. La Agencia de Noticias AJN tuvo la posibilidad de conocer la Sinagoga cuando fue invitada por el Ministerio de Turismo portugués para conocer el legado judío en ese país.
La histórica institución, de una gran relevancia, se cerró por reformas a finales de 2017. Reabrió en marzo de 2020, justo en el comienzo de la pandemia. “La Sinagoga ha estado abierta al público durante décadas. La intervención que ha tenido lugar en los últimos años ha sido para realizar mejoras, ya que hay algunos problemas derivados del paso del tiempo”, explica Ana Soares, jefa de la división de Turismo y Cultura del municipio de Tomar, en diálogo con la Agencia AJN.
La Sinagoga fue construida en el siglo XV, entre 1430 y 1470, cuando la comunidad judía local adquirió cierta prominencia. Estaba situada en el centro de la Judería, en lo que más tarde se conoció como «Rua nova que foi judaria» («la calle nueva que fue el barrio judío”). Es el templo judío mejor conservado de la época medieval.
En lo relativo a la arquitectura, el edificio tiene cuatro columnas, que representan las cuatro matriarcas de Israel. Las mismas, a su vez, están recubiertas con doce puntas, simbolizando con ese número las doce tribus de Israel. Además, junto a la Sinagoga están los restos de una antigua “Mikve”, como se conoce al baño tradicional al que los judíos ortodoxos acuden a purificarse antes de una ceremonia importante.
Permaneció vigente como el templo de la comunidad hasta 1496, cuando el rey Manuel I de Portugal emitió un edicto, según el cual los judíos tenían la opción de convertirse al cristianismo o abandonar la región. Como resultado de la nueva política, la Sinagoga dejó de funcionar en 1497.
“Desde su cierre, la edificación tuvo varios usos, siendo prisión, capilla católica, pajar, granero, tienda de comestibles y almacén. Sólo el año 1921 pudo recuperar su dignidad perdida, cuando fue declarado monumento nacional”, asegura Soares.
La historia moderna de la Sinagoga de Tomar está ligada a las actividades de Samuel Schwarz, quien compró el edificio en 1923. Samuel Schwarz, de origen polaco, se refugió en Portugal ante el estallido de la Primera Guerra Mundial. Desde allí, se dedicó a restaurar y organizar la vida judía en ese país, incluso sirviendo por un tiempo como Presidente de la Comunidad Judía de Lisboa. Emprendió por su cuenta los trabajos de limpieza y restauración de la Sinagoga de Tomar, la cual, en 1939, y tras una donación de Schwarz, se convirtió en un museo.
Gracias a Schwartz, el edificio permanece con su estructura tal como lo era en el Siglo XV. Sin embargo, no funciona como sinagoga, ya que en Tomar no hay comunidad judía. En su lugar opera el Museo Luso-Hebraico Abraham Zacuto, que expone hallazgos arqueológicos que prueban la existencia de vida judía en Portugal desde la Edad Media. “Se trata de la recuperación de un patrimonio nacional, todavía poco conocido, pero que gracias a la intervención de los municipios, las comunidades judías de la región y la propia Red Judicial, empieza a ser más visible”, expresa Soares.
Fuente: AJN