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De la entrega a la conexión de un pueblo
Shavuot es una de esas festividades que, a pesar de no tener la majestuosidad de Pésaj ni la alegría bulliciosa de Purim, guarda en su interior una de las verdades más profundas de nuestra historia: el momento en el que fuimos llamados a ser un pueblo, el pueblo elegido.
Es fácil recordar a Shavuot por los lácteos, las flores y los niños cargando sus rollitos de Torá. Pero en el fondo, esta festividad marca la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, el instante en que, como pueblo, aceptamos un destino común. Aceptamos no solo un texto sagrado, sino una forma de vivir, de ver el mundo y de asumir responsabilidad mutua.
Shavuot es también el día en que celebramos el estudio, la reflexión, el tikún.
En Israel, miles de jóvenes se quedan despiertos en la noche del Tikún Leil Shavuot, estudiando temas que van desde el Talmud hasta la filosofía judía contemporánea. Es una noche de búsqueda de sentido, de preguntas y de comunidad. Eso es exactamente lo que intentamos construir en el CDI todos los días: una comunidad judía que no solo hace deporte o celebra, sino que pregunta, estudia, conecta, actúa y se siente parte de Am Israel.
Hoy, como israelí en México, y como shlijá en el Centro Deportivo Israelita, no puedo evitar pensar en qué significa Shavuot para nosotros, los judíos del siglo XXI, que vivimos a miles de kilómetros del Sinaí físico, pero con raíces profundamente conectadas a él.
Que este Shavuot nos regale el valor de seguir aceptando la Torá, no solo como un libro, sino como una forma de vivir en comunidad, con propósito y con amor por nuestro pueblo e Israel.
Jag Shavuot Sameaj, desde México con corazón israelí.
¡Jazak ve’ematz!
//Daniela Hochman
Shlijá del CDI y Macabi Hatzair México
