En el tercer capítulo de lo que Edmundo O’Gorman denominó el ensayo de la monarquía con príncipe mexicano, se dijo que Antonio López de Santa Anna se reveló contra el emperador Agustín de Iturbide el 2 de diciembre de 1822. Santa Anna no fue muy claro en proclamar la república, pero sí demandaba que se reuniera nuevamente el primer Congreso disuelto por Iturbide en octubre. No obstante, muchos exinsurgentes y republicanos apoyaron la revolución, entre ellos, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo y Vicente Guerrero. Iturbide envió al general español José Antonio Echávarri a sofocar la rebelión, pero este, en lugar de hacerlo, expidió el Plan de Casa Mata donde demandó la creación de un nuevo Congreso Constituyente para que discutiera -protegido por el Ejército “Libertador” que él dirigía- la forma de gobierno que mejor convenía al país. Mientras tanto, se respetaría la persona del Emperador que siempre había estado a favor del Congreso y se le daría a la provincia rebelde de Veracruz la autonomía para administrarse a sí misma.

Ha habido muchas interpretaciones sobre qué hubo detrás del Plan de Casa Mata que provocó la caída de Iturbide. Todas ellas invitan a líneas de investigación más profundas para saber cuáles fueron sus móviles. Hay historiadores, basados en la historiografía tradicional que dicen que fue producto de las logias masónicas donde se unieron borbonistas y republicanos para tirar a Iturbide. Para ello, invitaron a miembros y generales del Ejército Imperial a sus logias y los convencieron de apoyar la república, tales como: Echávarri y Pedro Celestino Negrete. El primero transó con Santa Anna y Guadalupe Victoria, y propuso la convocación de un segundo Congreso que discutiera qué forma de gobierno le convenía al país.

Hay una interpretación contemporánea que dice que este plan obedecía a propósitos monárquicos, porque Mariano Michelena quien invitó a Echávarri a formar parte de la logia escocesa era monárquico borbónico, como lo podía haber sido este general español. Pero las redes republicanas diseminadas por todo el país y base de apoyo de Guadalupe Victoria -que había transado con Echávarri- los rebasaron y presionaron para que ganara el republicanismo.

Yo pienso que el Plan de Casa Mata estaba hecho al gusto del consumidor, tanto para monárquicos, republicanos y federalistas, por el lenguaje ambiguo con el que se redactó, que podía adaptarse a distintas circunstancias que se dieran en el futuro, ya fueran a favor de los borbonistas, de Iturbide o de los republicanos.
Lo cierto es que el artículo que proponía que Veracruz tendría autonomía para gobernarse y arreglar todos sus asuntos, sin influencia del centro, mientras Iturbide y los rebeldes llegaban a un acuerdo, fue el que provocó que todas las provincias del Imperio con un espíritu de autonomía y con deseos de liberarse de la sujeción del centro, se adhirieran al plan en masa, quitándole a Iturbide su apoyo. Para el 4 de marzo de 1823, Iturbide reinstaló el Congreso que había disuelto y para el 19 de marzo decidió abdicar y salir del país.

Durante 1823 y 1824 se discutió en dos Congresos, el viejo y el nuevo que se convocó a instancias del Plan de Casa Mata, que la forma de gobierno que se estatuiría en la Constitución mexicana sería la república federal, con gran sorpresa de los republicanos centralistas, como Servando Teresa de Mier, Carlos María Bustamante, José María Becerra, entre otros, que no pudieron persuadir a la mayoría de los diputados de las ventajas del centralismo. Los federalistas ganaron por la presión de las provincias de obtener su soberanía, que en un principio les ofreció el Plan de Casa Mata.

Lo que le dio el éxito al Plan de Casa Mata, que no proponía la república, sino que ambiguamente respetaba la ‘persona del emperador’ pero también decía que se discutiría la forma de gobierno que más convendría al país, fue la autonomía que se le dio a la provincia de Veracruz para administrarse a sí misma. Hay que imaginar el logro que significó que después de trescientos años de un centralismo acendrado del gobierno virreinal, una provincia de lo que en ese momento era el Imperio Mexicano, iba a ser libre de gobernarse. Este hecho provocó que todas las demás provincias que ya estaban cansadas de la sujeción del centralismo colonial que continuaba en el régimen imperial de Iturbide, se unieran al Plan de Casa Mata, para conseguir su autonomía de gobierno, con lo que se dio paso al federalismo en México. Más que los deseos de tener una forma republicana, fue la aspiración de autonomía de las provincias, la que dio el éxito al Plan de Casa Mata.

Mientras tanto, los iturbidistas huyeron a refugiarse a Jalisco y ahí formaron un bastión con la esperanza de que volviera Iturbide de Liorna en Italia. No se sabe si este llegó a comunicarse con ellos, pero para 1824 regresó al país, para ofrecer sus servicios, ya que había escuchado que la Santa Alianza había determinado reconquistar a México para España. Cuando el Congreso se enteró que Iturbide venía en camino, tuvo tanto temor a su popularidad y al apoyo velado que tenía, que declaró que si pisaba suelo mexicano, estaba fuera de la ley. Iturbide jamás se enteró de este decreto y cuando llegó a Soto la Marina fue capturado por Felipe de la Garza, un brigadier a quien Iturbide le perdonó la vida, después de la conspiración de agosto de 1822. Él le anunció que estaba fuera de la ley y lo llevó al Congreso de Tamaulipas, que sesionaba en Padilla, el cual dio la orden de su fusilamiento el 19 de julio de 1824. Los iturbidistas se quedaron sin líder, pero no perdonaron a los borbonistas, ni a los republicanos centralistas, que siempre lo obstaculizaron. Ni tampoco a los generales españoles que apoyaron el Plan de Casa Mata. Por ello, mientras ellos estaban asociados en la logia escocesa de corte centralista, los iturbidistas se organizaron en la logia yorkina con un federalismo a ultranza, para confrontar en los años siguientes a sus enemigos políticos.

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