El caso de la libélula y el perro

Categoría: Infantil A, CUENTO
Seudónimo: Pichuca

Había una vez, en una ciudad muy grande, un perro que se llamaba Flufi y no tenía amigos.

Flufi tenía mucha hambre, llevaba cinco días sin comer, hasta que lo adoptaron. Lo llevaron a una casa donde lo bañaron, le dieron de comer y de tomar. Ya que estaba limpio y guapo, Raquel, su dueña, lo sacó a pasear al parque.

Cuando llegaron al parque, Flufi vio una libélula en la rama de un árbol y quiso perseguirla, así que salió corriendo para atraparla. Corrió tan rápido y tan lejos que se perdió.

Raquel lo buscó por todas partes durante muchas horas, pero como no lo encontró, se puso muy triste y regresó sola a su casa.

Llegó la noche y Flufi ya quería regresar a su casa, pero había corrido tanto que no se acordaba del camino, así que se quedó dormido en la calle. Pasaron varios días y varias noches y no encontraba el camino de regreso a su casa. Pensaba que nunca más iba a ver a su dueña otra vez.

Llevaba un mes, una semana y un día perdido, cuando de pronto vio a lo lejos a la amiga de su dueña. Se puso muy contento porque ¡la reconoció!
Corrió hacia ella y de tan fuerte que la abrazó, la tiró al suelo y se dieron diez marometas seguidas en el pasto.

Después de ese encuentro tan bonito, la amiga de Raquel quiso regresarle a Flufi a su dueña. Cuando llegaron a la casa, la niña dijo:

“¡Mira, encontré a Flufi!”

Raquel y Flufi corrieron para darse el mejor abrazo que se habían dado hasta ese momento.

A partir de entonces, cada vez que salían a pasear, lo hacían con correa y Raquel se aseguraba de no ir por el camino de las libélulas para no pasar otra vez por lo mismo.

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