
Si hubiese existido Israel, el Holocausto no hubiera
sucedido.
Bedrich Steiner
En 1942, niños procedentes de los territorios ocupados por la Alemania nazi, fueron deportados a los campos de concentración, entre esos niños se encontraba Bedrich Steiner, quien a los 11 años fue deportado a Auschwitz, en 1943 cuando cumplió 13 años seguía en el campo de concentración, cuando ya estaba en edad de hacer su Bar Mitzvá como todos los niños judíos de su edad, tuvieron que pasar 69 años para que eso pasara.
Bedrich nació el 19 de julio de 1931 en Praga, tras la guerra, a los 14 años regresó a Checoslovaquia, donde vivió en un orfanato, hasta que fue acogido por un pariente lejano.
Trabajó en el oficio de talabartería, en la industria automotriz, fue técnico de escena de teatro, asistente de cámara de televisión, llegando a ser camarógrafo y director de cine independiente.
Llegó a México en 1968, el primer día de las Olimpiadas, y desde entonces se dedicó a recorrer el mundo, visitando ciudades, colegios, universidades, participando en la Marcha de la Vida, para contarle a la gente que el Holocausto sí sucedió, todos en esta vida tenemos una misión, Bedrich tenía muy clara cual era su misión, era difundir las atrocidades que los nazis hicieron con el pueblo judío.
En el año 2012, cuando fue su Bar Mitzvá, nos cuenta Salomón Amiga: “Tuve la suerte de conocer a Bedrich cuando mi compañero del Minian CDI, Moisés Harari me pidió enseñarle algunos conceptos y bases para ponerse el Tefilín por primera vez, esto por sí solo era un reto, decidir dónde empezar me confundía, enseñarle a decir el Mode Ani, a una persona que tantas veces dudó si iba a vivir un día más, Hashem Melej para alguien que no podía conocer al Rey, Baruj Sheamar cuando solo una palabra mueve al mundo, y llegar al Shema.
Para mi sorpresa, Bedrich estaba muy conectado con el Creador porque muchas veces le mostró milagros y maravillas. El proceso fue muy enriquecedor para mí al ver el ánimo que siempre tenía, cada explicación entraba directo a su corazón y limpiaba algo de dolor. Cuando le coloqué por primera vez el Tefilín en su brazo me congelé al llegar a su número grabado, y me volteó a ver como quien dice “no me duele físicamente”, lo tomó como el nuevo reto de su vida. El día estaba escrito, y le expliqué que iba a pasar a leer la Torá, y finalmente llegó el gran momento para el Minian CDI, introducir a las Mitzvot a un judío que había sobrevivido al Holocausto, y que siempre soñó ponerse el Tefilín”.
El Minian se vistió de gala y todos se sentían emocionados, el Rabino Amram Anidjar platicó y conoció a su amigo, le regaló su libro de los Tefilín y juntos dijeron la Berajá de un precioso Tefilín Kasher donado por la Sra. Karen Rayek, amiga del alma de Bedrich. Para todos fue una Tefilá inolvidable, cuando se sacó el Sefer, más de uno rompió en lágrimas, recuerdo a nuestro compañero Elías Laniado (Z”L) cantando y a Hanna su esposa echando dulces. Al subir al Sefer y recordar a sus familiares caídos y decir Kadish cumplió su obligación, y nos estremeció su discurso al contar que la última vez que vio a su padre le dijo que un día iba a hacer su Bar Mitzvá, fue tal la emoción que el Rabino le pidió que le diera una Berajá.
Después de hacer su Bar Mitzvá, cuando podía asistía al rezo del Minian CDI, siempre era bienvenido, lo recibíamos con mucho cariño, le inyectaba de energía muy especial al rezo.
Como dijo el Rabino Nizo Palti, el señor Bedrich Steiner seguro está en el cielo, porque ya conoció el infierno, y también las palabras del Rabino Moisés Chicurel, cuando nos enteramos de la vida de Bedrich, aprendemos a no quejarnos de las cosas y agradecer al Todopoderoso de todo lo que nos da.
La última vez que vi a Bedrich, fue en su coche en el estacionamiento del Deportivo, y le pregunté: “¿Cómo estás?”, y él me contestó como siempre con una sonrisa: “Si estamos aquí en el Dépor, estamos bien”.
