El sueño que me hizo despertar

El sueño que me hizo despertar.
Infantil B.
Tuachi

Mi esposa está dormida, ya es muy tarde y yo no puedo dormir. Desde que me acosté empecé a pensar en muchas cosas, sin lograr dormir.

La verdad es que ahora que soy papá me doy cuenta que he sido siempre muy feliz y todo eso es gracias a lo que les voy a contar.

Cuando yo nací completé mi familia, porque tengo dos hermanas y un hermano, y llegué para ser el mejor hermano. Por ser el chiquito siempre fui muy consentido y era yo quien escogía los paseos de los domingos. A veces quería ir a andar en bici y mis papás decidían llevarme a Reforma porque la calle estaba cerrada solo para bicis. Otras veces íbamos a patinar en hielo y era súper divertido ver a todos resbalarse, y aunque a veces nos dolía mucho, siempre nos levantábamos con una sonrisa para seguir intentándolo. También me gustaba ir al boliche y siempre ganaba porque por ser el chiquito usaba bompers. Pero lo que más me gustaba hacer el fin de semana era ir a Cuernavaca. De camino escuchábamos una clase de Torá, llegando salía a jugar con todos mis amigos, éramos imparables, jugábamos todos los deportes y la pasábamos increíble.

Las únicas reglas que mis papás me ponían en Cuernavaca era que tenía que estar bañado y listo para disfrutar de Sabbat y que tenía que entrar a acostarme a las 11:00. Íbamos todos juntos al knis y cantábamos el Leja Dodi, luego llegábamos a la casa a cenar las 26 botanas que mi mamá preparaba con tanto amor. Siempre nos consentía y nos compraba y preparaba a cada uno lo que más nos gustaba. Mi platillo favorito era la jala con aguacate y salmón, ¡como la disfrutaba!

Terminando de cenar seguía la diversión con los amigos y cuando llegaba a dormirme a las 11:00 en punto esperaba ansioso que mi mamá siguiera despierta para acompañarme a acostar. Esa era la hora que más me gustaba, tenía a mi mamá solita para mí. Platicábamos, le contaba cada jugada y como había ganado o perdido el partido de la noche y lo mejor era cuando empezaba a contestarme cosas que no tenían nada que ver con lo que yo le decía, ahí era cuando me daba cuenta que se había quedado dormida y decía en fuerte lo que estaba soñando, me daba muchísima risa.

Otra de las cosas que más disfrutaba era la fiesta de Simja Tora porque organizaban rifas, pasábamos a cada casa y nos regalaban dulces, nos los aventaban por la ventana mientras gritábamos “queremos Simja Tora” a veces nos mojaban o nos aventaban globos con agua, pero nos encantaba porque hacia muchísimo calor. Después organizaban una guerra de espumas en la que participaban todos los del conjunto, abuelos, papás, niños; era una actividad que esperaba año con año, porque tenía la oportunidad de divertirme con mis amigos y mi familia al mismo tiempo.

¿Ven porque soy tan feliz? Tuve una vida increíble, siempre supe que podía contar con mi familia y fui muy querido por mis amigos. Hoy adoro a mi esposa y a mis hijos, me encanta mi trabajo porque comparto con mi papá y mi hermano, siempre trato de pensar que todo me va a salir bien, amo ser judío y festejar las fiestas.

De repente me desperté de un salto, todo sudado y pensé, ¡Qué bonito sueño tuve! Me hace sentir feliz saber que todavía soy un niño y que me queda un largo camino por recorrer, que puedo brincar, reír, mojarme en la lluvia, jugar con bompers en el boliche y seguir aprendido cosas nuevas.

Puedo convivir con mis papás que me consienten tanto y jugar con mis amigos que son la diversión de cada día. Estoy listo para seguir disfrutando cada día y ahora más despierto que nunca para gozar la vida que siempre escucho a mis papás decir que vuela.

Exit mobile version