El mundo del deporte está viviendo una verdadera revolución
con el auge de las redes sociales, mismas que tomaron más fuerza durante esta pandemia por el Covid–19. El último ejemplo es el teqball, un deporte con apenas seis años de vida que ya sueña con ser olímpico. Nacido en Hungría, fruto de la asociación entre un exfutbolista profesional, un empresario y un científi co en computación, se ha convertido en todo un boom social gracias sobre todo al apoyo espontáneo de decenas de estrellas del futbol. Jugadores y exjugadores como Neymar, Ronaldinho, Puyol, Beckham, Dybala, Joao Félix y un largo etcétera se han aficionado a un deporte que tiene federación internacional propia desde 2017 y celebra copas del mundo desde ese mismo año. La primera edición, lógicamente, fue en Budapest, capital del país que lo vio nacer, pero en 2018 ya viajó hasta Reims (Francia). El asunto es que la Federación Internacional de Teqball (FITEQ) ha solicitado ser miembro de pleno derecho de la Asociación Global de Federaciones Deportivas Internacionales (GAISF). Por ahora tiene la condición de observador, pero quiere ir un paso más allá pensando en un lejano horizonte olímpico. La Asamblea General de GAISF, que se llevará a cabo en noviembre, debe ahora votar si la FITEQ es nuevo miembro de pleno derecho. La FITEQ se convirtió recientemente en signatario del Código Mundial Antidopaje, despejando otro obstáculo para la membresía de GAISF. El teqball iba a hacer su debut oficial en evento multidisciplinar en los Juegos Asiáticos de Playa de 2020 en Sanya (China), pero los mismos han sido aplazados hasta 2021 por el coronavirus. El teqball se juega sobre una mesa curva y tiene unas reglas muy sencillas. Cada jugador puede dar tres toques utilizando cualquier parte del cuerpo, excepto brazos y manos, pero no puede tocar la pelota dos veces seguidas con la misma parte del cuerpo. Los partidos se juegan de tres sets. Cada set es a 20 puntos, aunque para definir el último se necesita una ventaja de por lo menos dos puntos. Hay partidos individuales y de dobles. En España se practica de manera oficial desde finales de 2018. ¿Algún inconveniente? Pues sí, el precio de la mesa, que ronda los 2,500 euros.