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El tesoro heredado
El tesoro heredado
Cuento – Infantil B
Por: La sirenita
Hace muchos años, existió una isla llena de árboles, animales, frutos y muchas personas que vivían en paz y armonía. No sabían lo que era la guerra, el hambre o la injusticia, hasta que un día, un grupo de personas llegaron pidiendo refugio, pues su barco había naufragado. Como la gente de la isla no conocía la envidia o la codicia, los dejaron quedarse.
Con el paso del tiempo, estas personas que venían de grandes ciudades, les enseñaron a los habitantes de la isla cómo contruir edificios, plazas y barcos, y les hablaron del dinero. Poco a poco, la isla se convirtió en una pequeña ciudad llena de envidias, rivalidad y egoismo por ver quién tenía las mejores propiedades.
Los hombres más viejos y sabios de la isla sabían que este era el fin de una era llena de paz, así que decidieron guardar un tesoro en algún lugar de la isla e irse para siempre de ahí, antes de verla destruida. La gente decidió seguirlos. Antes de irse, guardaron un mapa del tesoro en una botella de vidrio y la dejaron en el mar para que alguien pudiera encontrarla. Los años pasaron y la isla y el tesoro se volvieron una leyenda.
En una playa lejana a la isla abandonada, siete primos llamados Fred, Andrea, María, Iris, Lizette, Irma y Ariela jugaban en la arena; disfrutaban y valoraban con el corazón los momentos juntos, pues la gente se parecía mucho a aquellos naúfragos que llegaron a la isla: sólo les importaba demostrar quién tenía más riqueza.
Mientras unos aventaban arena a otros, Ariela, la más pequeña de los primos, observó a lo lejos algo extraño que venía del mar.
—¡Miren! Hay algo allá —gritó Ariela.
Todos corrieron hacía el objeto y, ¡oh sorpresa!, era una botella de vidrio con algo adentro. Rápidamente, Fred abrió la botella y sacó el mapa.
—¡No puede ser! Es un mapa —dijo Irma.
—Y si es… —dijo Ariela con sorpresa —. No, no puede ser…
—¿Qué? ¿El famoso mapa de la leyenda de la isla abandonada que nos contó Tete? —dijo Lizette.
Sorprendidos, no podían creer lo que veían sus ojos. Decidieron averiguar de qué se trataba.
Cuando abrieron el mapa, este estaba partido justo en 7 partes. Cada quien tomó una. Cuando las juntaron, leyeron lo que decía en la parte trasera: “Este tesoro incluye la felicidad que nos robaron. Escuchen a sus antepasados”.
Los primos no podían creer lo que pasaba, así que se les ocurrió la idea más arriesgada: ir a buscar el tesoro, pero antes de ello, fueron con la bisabuela Tete para contarle todo. Tete sonrió felizmente después de escucharlos y les dijo que fueran, que vivieran la aventura, así que sin pensarlo, corrieron a la lancha de la familia y empezó el viaje.
El mapa sí los llevaba a una isla misteriosa y desconocida en el Mar Rojo. Durante el viaje, vivieron algunas aventuras difíciles. El primer reto con el que se encontraron, fue con un delfín atrapado en las redes de un barco. Decidieron ayudarlo y se lanzaron al agua, cortaron las redes y el delfín pudo escapar. En ese momento, apareció una sirena, la Sirena de la Paz, quien les dijo:
—Ustedes son los únicos que han sido bondadosos con los animales del mar —después de eso, le entregó una llave a Fred, necesaria para abrir el tesoro, aunque aún no encontraban ni la isla, ni el mar Rojo.
Otros días, no encontraban suficiente comida para todos, así que tenían que pescar para sobrevivir. Algunas veces, el calor era tan fuerte que se enojaban entre ellos, pero al final, lograban disculparse. El último reto fue cuando comenzó una tormenta enorme y no sabían cómo controlarla. Andrea tuvo una idea y dijo:
—¡Tenemos que trabajar juntos para lograrlo!
Entonces todos se organizaron: Fred manejaba el barco, Andrea daba las instrucciones, María era copiloto, e Iris, Lizette, Irma y Ariela jalaban las velas del barco. Gracias al trabajo en equipo, la tormenta no pudo hacerles daño.
A la mañana siguiente, Fred gritó:
—¡Tierra a la vista! ¡Y es el Mar Rojo!
Todos estaban muy felices de poder dejar ya el barco, se prepararon para bajar de él y comenzaron a buscar el tesoro. La isla era muy extraña, había edificios abandonados en donde las plantas se instalaron formando grandes enredaderas. Realmente parecía una ciudad abandonada, pero hermosa al mismo tiempo.
Cuando revisaron el mapa, vieron que este los llevaba hasta una montaña altísima. En la cima encontraron una cajita de madera y usaron la llave que la sirena le había dado a Fred para abrir el cofre del tesoro. Pero justo en ese momento, el cofre se cayó de la montaña.
Intentaron buscarlo, pero no podían encontrarlo, hasta que Ariela lo halló debajo de una gran cantidad de arbustos. Cuando pudieron abrirlo encontraron un espejo, pero antes de mirarlo, observaron una fotografía y sí, ahí estaba la bisabuela Tete. ¡No podían creerlo! Después sacaron el espejo, en él, observaron a 7 primos llenos de tierra y sudor, pero felices de vivir una experiencia juntos. En el cofre no había más. Confundidos, los primos regresaron a su playa.
Antes de ir a casa descubrieron que la lancha se había hundido. Así que cortaron leña, recolectaron frutas, verduras y plantas de los árboles para construir una nueva. Comenzaron a trabajar rápidamente, ya que se estaba haciendo de noche. Se apuraron y finalmente lograron terminar para regresar a casa.
Al llegar, buscaron a Tete y le contaron todo. Ella respondió:
—A veces el tesoro no es dinero o monedas, es la unión entre varios corazones, y no la separación que se vivió cuando vivía en la isla. Ustedes son el tesoro heredado.
FIN
