Empezando el romance

Mi primera cita, tenía 13

años de edad. Llegué por primera vez al Festival Aviv, con mi tilboshet de Hanoar Hatzioni. 

Con aplausos, mantas y porras, veía por primera vez de lo que más adelante me enamoraría.  

Mis primeros pasos

Ya me sabía muchos Rikudim y disfrutaba de la fusión de la música con el movimiento, recordando los años que tocaba piano y hacía teatro.   

Fue a los 16 años de edad que empecé a bailar con el grupo de la Noar Hatzioni, nos preparamos con un repertorio de cinco coreografías y nos presentamos por primera vez, el sábado 29 de enero de 1984, en un escenario en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, ¡bailando una hora! Además, un bíblico, un yemenita, un baile del kibutz. A la par ensayaba en el Colegio Hebreo Tarbut con Carlos Halpert, lo que sería su última coreografía. Nos presentaríamos en el Festival Aviv, pero perdí la oportunidad de pisar ese escenario porque me diagnosticaron hepatitis.

Corriendo por mis venas

Regresé de Hajshará y lo primero que hice fue presentarme en Anajnu Veatem. El primer día del resto de mi vida, un nuevo ciclo, donde la danza pasaría a primer plano y con quien logré por fin conocer el Aviv desde el escenario. Me apasionó y me conmovió tanto que se metió en mi torrente sanguíneo, convirtiéndose en parte intrínseca de mi ser.  

En 1986, empezó mi carrera como coreógrafo, durante seis años monté coreografías para el Festival, graduaciones, eventos especiales, etcétera. Ser coreógrafo, me permitió disfrutar de la danza desde la concepción, a través de la formación escénica de los bailarines, la fusión de la música, el vestuario, la escenografía, la iluminación y el movimiento inspirado, intencional, provocativo, que se vuelca en la transición de secuencias que transmiten, sin palabras, sentimientos, ideas, mensajes, llevando el inconsciente a la escena de la danza. 

Recorriendo las entrañas

Se terminaba esta primera etapa: primero como espectador, después bailarín y por último como coreógrafo, parecía bastante y suficiente. Pero iniciaba otro recorrido muy variado y divertido: ser parte del Comité Organizador del Festival Aviv, maestro del Ulpan Emshej, Director Artístico de Anajnu Veatem, maestro invitado y Director de Ketzev (Camp de Rikudim). Y desde la logística: Asistente de Dirección, miembro de Rokdim, Director de la categoría de Bikurim, Director Artístico del Festival, Jurado Calificador, Evaluador de Categoría. Año con año he explorado y vivido el Festival Aviv y el movimiento Rokdim, trayectoria que culminaría como Productor Ejecutivo del 40 Festival Aviv.   

Trascendiendo generaciones

He sido afortunado y bendecido de que esta experiencia con la danza se haya entrelazado con mi vida. Primero, he tenido el privilegio de compartir el escenario de la danza con mi novia, mi cómplice, mi esposa y la mamá de mis hijos: Sara. Posteriormente, con Ilan-Popi, a quien acompañé en su primera experiencia en el Aviv, a sus 3 años de edad, cuando bailamos papás con hijos en Garinim. Después Daniel y Alex, quienes increíblemente también se fascinaron de la danza. Por lo menos uno de mis hijos participa año con año en el Festival, derramando alegría, cada uno con su propio brillo. 

Sin lugar a dudas, tan solo una historia más de quien también ha sido tocado y bendecido por pertenecer a la familia de la danza, de la danza judía, del Festival Aviv. Todá Rabá.

Festival Aviv de Danza Judía

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